En el último tiempo mucho se ha hablado de minimalismo, pero más que nada lo que se vincula con la decoración de los espacios, tanto hogares como oficinas, y también en la manera que las personas tienen de vestirse.
La frase “menos es más” comenzó a hacerse eco de todas aquellas personas que practican el minimalismo y lo llevan como una filosofía de vida. Sin embargo, en una sociedad en la que se está acostumbrado a que las cantidades son sinónimo de triunfo es difícil de aplicar.
Y es que desde que las personas son pequeñas, es común que las familias y la propia cultura los lleve a pensar que cuanto más cosas se tiene, más próximos a la felicidad están. Por ejemplo, más juguetes, ropa, viajes, dinero, amigos, incluso muchos empleos y casas.
Pese a esto, la mayoría de los sujetos no logra alcanzar esos estándares a los que los acostumbraron desde infantes; por el contrario, generan frustraciones ya que siempre se quiere más y nunca se disfruta de aquello que tanto costó lograr.
Producto de estas angustias y ansiedades, en las que todavía la gran mayoría de la población está atrapada, surgió, por ejemplo, el movimiento slow life o “vida lenta” del que se ha hablado en los últimos años.
Personas que necesitan vivir con lo mínimo e indispensable aunque sin dejar las comodidades detrás, una filosofía de vida y una manera de entenderla muy diferente a la que se está acostumbrados. Tomarse las cosas de otra manera, no vivir apurados y con estrés y disfrutar de cada acción, momento y personas.
En definitiva el movimiento de slow life se trata de ver el vaso medio lleno, ser agradecido y valorar todo aquello que se tiene pero que se da por hecho, como la salud, las personas que uno ama, un empleo- aunque muchas veces sea este sitio el desencadenante del estrés-, hogar, comida, incluso, tener los recursos para poder estar leyendo este artículo.
Saber poner un freno en el momento justo, no dejar que la vorágine del día a día, sus tiempos y sus corridas hagan que los tuyos deban ir a ese ritmo. Poder disfrutar de ese famoso aquí y ahora, aunque parezca trillado.
Sin embargo, a las personas les cuesta muchísimo poder llevar a cabo el minimalismo. Primero, por cómo fueron educados, donde la cantidad parece sinónimo de calidad, y segundo porque hay una idea errónea de pensar que llevar a cabo ese modo de vida es simplemente no decorar o incluso vivir de manera precaria.
De hecho, esta filosofía de vida no sólo se lleva a cabo en los ambientes y en la manera de vestir, por ejemplo, también existe el minimalismo mental. Por eso, en este artículo queremos contarte todo sobre este movimiento y algunas claves para que puedas llevarlo a cabo.
Minimalismo mental: qué es y cómo ponerlo en práctica
Como se mencionó anteriormente, cuando se habla de minimalismo se recurre a pensar en decoración, belleza, moda, cocinas e incluso en la arquitectura de las casas, como ha pasado con las famosas tiny house.
Sin embargo, este movimiento puede ir más lejos y alcanzar la manera de ser. En ese contexto es que surge el término minimalismo mental, pero, ¿a qué hace referencia?
A diferencia de los que se le ha enseñado a la mayoría de los sujetos durante su vida, la cantidad no es sinónimo de calidad en muchas ocasiones, incluso, por el contrario, en momentos, contar con muchas opciones no es bueno para el bienestar psicológico de la persona.
Tener mucho en qué pensar o qué elegir puede hacer que el sujeto se estrese aún más y genere en consecuencia mayor caos mental y ansiedad. La cabeza no frena un minuto y no se puede dejar de pensar y tener preocupaciones.
En ese contexto, surge el minimalismo mental, que implica llevar a cabo una vida más consciente y lenta, como el movimiento slow life, donde se elimina todo aquello que sobra y que no se necesita para ser feliz, todo aquello que han impuesto en tu mente para que creas que dependes de ello, aunque no es así.
Se podría decir entonces que el minimalismo mental es una corriente mediante la cual se hace limpieza de todo lo que no suma, y que acumula pensamientos y preocupaciones en la mente, para dejarla más liberada y ocuparse de lo que realmente importa y hace bien, que para cada caso en particular será distinto.
De hecho, estudios realizados por psicólogos de la Universidad de Queen, en Canadá, sostienen que la mente de una persona puede acumular más de 6000 larvas o gusanos del pensamiento, que se denominan divagaciones o bloques sobre un determinado tema, es decir una carga mental que es excesiva en muchos casos.
Y es que los pensamientos, emociones, ideas e incluso recuerdos pueden convertirse en el desorden del espacio mental provocando grandes daños a nivel emocional, físico y mental, provocando complicaciones en los diferentes espacios que la persona acude, como en su trabajo o en sus relaciones personales.
Entonces, cuando se habla de minimalismo mental se hace referencia a poder dejar de lado las cosas que se acumulan en el cerebro para poder centrar la mente en lo que interesa, sin distracciones, o al menos, disminuyéndolas.
A partir de este movimiento, la persona es capaz de deshacerse de los pensamientos o ideas que no suman con el objetivo de dejar espacio para lo verdaderamente se quiere, trayendo calma y orden a la vida de esas personas.
Con esta filosofía de vida no es que la persona no tendrá este tipo de pensamientos o recuerdos, sino que será consciente de ellas y podrá poner un orden, ocuparse en las cuestiones que desea y enfocar las acciones e ideas.
Por eso, se dice que con el minimalismo no trata de tener menos cosas, sino de volverse conscientes e intencionales sobre las cosas que se desean y eligen.
En ese contexto, en particular el minimalismo mental no busca deshacerse de pensamientos o sentimientos negativos, sino de fortalecer las capacidades de las personas para controlarlos y saber elegir a cuál dedicarle la atención.
De hecho, existen algunos tips a tener en cuenta, antes que cualquier acción para poder llevar a cabo una vida minimalista.
- Actitud
En primer lugar, para transformar tu estilo de vida es necesario cambiar el punto de vista sobre las cosas. No basta solo con pensarlo y saber que uno tiene que ser consciente de sus pensamientos, o que por ejemplo tiene que ordenar y deshacerte de objetos en su casa.
Lo importante es que, de ahora en más, pienses antes de adquirir un producto o antes de realizar alguna actividad o cuando te aparecen los pensamientos negativos. ¿Realmente es necesario, te sirve y te va a hacer más feliz?
- Limpieza y orden
No sirve reacomodar los ambientes para liberar espacio si tenés todos los muebles o el armario repletos de cosas: como tampoco sirve querer comenzar con una vida más minimalista si tu mente está llena de pensamientos y ocupaciones.
Es hora de organizar, poner prioridades y resolver todo lo que se pueda. Será necesario que dejes ir aquello que no te corresponde o que incluso ni siquiera es problema tuyo. Lógicamente, en el caso del minimalismo mental será mucho más difícil que el el material o el digital, pero no es imposible.
5 claves para una mente minimalista
Ahora te brindaremos algunos consejos que puedes poner en práctica para comenzar a llevar el minimalismo en tus pensamientos.
1- Reducir objetivos y ambición. Como explicamos anteriormente, cuando las personas alcanzan los logros de las metas que se plantearon no alcanzan la satisfacción, sino por el contrario, quieren más.
Por eso, un punto importante será reducir los objetivos y las metas, bajar la ambición, lo que brindará más tiempo y disminuirá el estrés. Elegir y poner un orden a las cuestiones en las que se invierte energía, recursos y dinero será clave para poder ser más productivos.
2- Aprende a delegar. Como una continuación del punto anterior es clave saber y poder delegar. Si crees que sólo tú puedes realizar tal o cual cosa, es necesario que entiendas que hay diferentes formas de realizar una tarea, lo importante es que se lleve a cabo. Para eso también será importante rodearte de personas que creas capaces y que confíes.
3- Menos relaciones mejores experiencias. De la mano de aprender a delegar y rodearse de gente en la que uno confía también deberás detenerte en tus relaciones personales y laborales. Tener una red de apoyo es fundamental para el bienestar pero, cantidad no es sinónimo de calidad una vez más.
Hacer una limpieza de todos aquellos vínculos que no suman, que generan complicaciones y estrés será una de las claves de este minimalismo mental.
4- Simplificar tareas. Muchas veces ocupamos la mente pensando en las muchas actividades que tenemos que desarrollar y no justamente son para ese día en particular o para un problema específico que acontece en ese momento.
Te recomendamos ordenar las prioridades y no planificar en exceso; a diferencia de lo que muchos creen eso no siempre ayuda a mejorar o alcanzar más rápido los objetivos sino que por el contrario, atrasa y estresa.
Este punto también servirá para comprometerse socialmente con cuestiones que realmente tienes ganas de realizar y no, por ejemplo, decir qué irás a determinado lugar con mucho tiempo de anticipación y luego estresarse o angustiarse porque no quieres ir.
5- Aplicar slow life. En tus actividades diarias como comer, llegar al trabajo o a realizar deporte hazlo a tu ritmo. Levantarte con tiempo, organizar mejor tus tareas, no llenarte la agenda de actividades ayudará a disponer mejor de los horarios.
Bonus track. Prueba además hacer un detox de tecnología: silenciar los teléfonos y alejarte de la computadora no le hará mal a nadie. En tus momentos de ocio intenta llevar a cabo esto al menos unos minutos por día para poder prestar atención a tu “aquí y ahora”.
Puedes también darte espacios para estar contigo mismo, con tus mascotas, y disfrutar del silencio, la tranquilidad y la desconexión con el mundo que te rodea. Si puedes hacer esto mientras recorres un parque o disfrutas de la naturaleza te ayudará a reducir el estrés.
Ahora ya conoces de qué se trata el minimalismo mental y algunas maneras de llevarlo a cabo. ¿Qué otras acciones sumarías para poder hacer limpieza de pensamientos?
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Fuentes: Vanitatis, Cambiá tu emoción, Smartsapiens y Mejor con Salud.