Una historia de amor. Es la pareja que se conoció por el amor a las palomas y creó un santuario porteño para curar aves heridas. Ella se llama Lu y él Andrés. Se han dado a conocer en las redes web gracias a su sentimiento enlazado al cuidado de las aves.
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¿Cómo se conocieron Lu y Andrés?
Fue gracias a las redes sociales. Lu es una chica porteña, es vegana y le gustan dos cosas: los tatuajes y los animales. Ella se dedicó a cuidar palomas errabundas, haciendo mención de estos actos en su cuenta de Instagram.
¡Y Andrés la descubrió! La siguió en esa red social y solía darle “like” a sus publicaciones. Hasta que un día, él se topó con un pichón herido en una avenida. Recogió al ave y le escribió a Lu para que pudiera ayudar a aquella ave.
Ella le dio unos consejos para cuidar al pichón. Todo lo hacían por la mensajería de Instagram. Luego, pasaron al WhatsApp. Hasta que un día, pautaron verse en persona. Se hicieron novios y ahora ya suman tres años de casados.
Las palomas de Buenos Aires son discriminadas
Así lo manifiestan Lu y Andrés en una reciente entrevista para un medio bonaerense. Ella se queja, pues los porteños se refieren a estos pájaros como “ratas con alas”. La gente las ahuyenta, destruye sus nidos y las lastiman.
“Si se pide ayuda para un gatito lastimado, muchos donan dinero”; asevera la pareja. Pero, si se trata de una paloma, las personas se niegan o creen que es un chiste. Algo que no debería suceder en Buenos Aires, donde abundan estas aves.
En la capital de Argentina, hay cinco especies de palomas: torcaza, torcacita, picazuró, ala manchada y yerutí. Una interesante variedad, pues no quedan muchas urbes en el mundo que alberguen aves en cantidad.
Lu y Andrés han rescatado a más de palomas en sus últimos años. Intentaron alojarlas en su departamento, pero fue imposible. Optaron por pedir permiso en casa de la mamá de Lu, armando un santuario de palomas en el patio de las señora.
¿Cómo es la vida de Lu y Daniel?
Habitan en su departamento de Buenos Aires, visitando unas tres veces por semana la casa de la madre Lu. Ambos cuidan a las palomas que rescatan. Algunas, no pueden ser liberadas: se han acostumbrado al contacto humano y no saben vivir libres.
“Son aves domésticas que en general se acercan al ser humano cuando se sienten seguras. En general les gustan las caricias y comer de la mano de las personas que conocen. También pueden darte besitos y hacer una especie de reverencia”, comenta Andrés.
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¿Qué opinas de Lu y Andrés? Son jóvenes y se enamoraron compartiendo el deseo de bienestar para las aves urbanas. Ahora, son esposos y cuidadores de muchos pájaros. Están en Buenos Aires y sus redes sociales los han dado a conocer.
Fuente:
Infobae