El eneatipo UNO busca la perfección en lo personal, en lo laboral y aun, en su mundo más íntimo. Como la pareja es la fuente de estabilidad en su vida, su gran temor es que la otra persona no esté a la altura de sus deseos y, en consecuencia, se malogre la magia en la relación. Si por el contrario, siente que en la relación todo está “en orden”, disminuye su anhelo de control, logra relajarse y se entrega plenamente al contacto íntimo.

El DOS es el que vive por y para el ser amado, porque es en el dar donde está puesta su libido. Expresa la cercanía en una relación, por medio del contacto corporal, adoptando siempre una actitud intimista. Generalmente prioriza las necesidades del otro olvidándose, en ocasiones, de reconocer y atender las propias.

Al TRES lo caracteriza un fuerte deseo de ser valorado, porque es así como alimenta la energía que lo mantiene en constante movimiento y preserva su apariencia. En su mundo de relaciones, es multifacético, pudiendo mostrarse romántico o sensual, dependiendo de la situación. Aunque en la intimidad, tiende a estar en el centro de la escena, olvidándose, a veces, del otro.

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El CUATRO, sensible, único, original, aspira a ejercer una atracción estética, a ser alguien especial. Es el más romántico de los eneatipos, llegando a evidenciar conductas histriónicas, donde manifiesta abiertamente su caleidoscopio de emociones. El encuentro íntimo es un momento único de conexión con el otro, consigo mismo y con lo trascendente.

En una relación con un CINCO no es esperable la iniciativa, la cercanía corporal, ni la entrega total, porque, más que otro eneatipo, él preserva su espacio privado. El hecho de tomar distancia de los demás y de recurrir a la intelectualidad, son los mecanismos que le permiten resguardar la sensibilidad que no manifiesta. Aunque, en su fuero íntimo, espera secretamente, que alguien lo anime a vivir una vida emocional más intensa y receptiva.

En el SEIS podemos confiar: es una persona leal, responsable, correcta. En su anhelo de seguridad, necesita autoridades y procedimientos externos que le brinden respuestas infalibles. Al iniciar un nuevo vínculo, la cautela suele acompañarlo, porque el miedo que lo habita, condiciona su conducta. Por el contrario, cuando logra distenderse, se muestra cálido y afectuoso, se permite desinhibirse y no evidencia su temor de base.

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En el modo de actuar del SIETE siempre aparecen varias opciones porque no está dispuesto a perderse nada estimulante o gratificante. De manera que vive con desenvoltura en el plano de los proyectos, tiene un humor contagioso y es un divertido compañero. Disfruta con las sensaciones que le producen fantasear con la nueva compañera, aunque en la relación, no suele expresar sus sentimientos más profundos, aún en la intimidad.

El OCHO es un eneatipo seguro, firme, con alta confianza en sí mismo, siempre claro a la hora de establecer límites. Se relaciona a través de la confrontación, aun en el plano del amor, porque es su manera de no mostrarse vulnerable y de evitar ser lastimado. En la intimidad, esta forma dominante y apasionada de vincularse, obedece al deseo de expresar su fuerza, así como a la necesidad de dejar fluir su espíritu protector.

El NUEVE se caracteriza por su capacidad de escucha, por la aceptación de las diferencias y por ser un equilibrado conciliador en situaciones conflictivas. Por lo tanto, necesita de la soledad, del silencio y del contacto con la naturaleza para mantener la ansiada tranquilidad. Esa armonía es, justamente, la condición necesaria para relacionarse cálida y atentamente, en una unión que le permita fundirse con la otra persona.

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Todas y cada una de las particularidades de cada eneatipo, hacen de los nueve, personas interesantes y únicas en sus particulares maneras de relacionarse en la intimidad de una relación.