Su nombre es Rodrigo Sartori afirma lo siguiente: “Tengo el mejor trabajo del mundo”. Este profesional veterinario hace fisioterapia a pumas salvajes. También coloca prótesis para tucanes y disfruta de los retos en su labor.
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Se llama Rodrigo Sartori y es feliz con lo que hace
En este 2023 cumplió 35 años. Desde su adolescencia, supo que sería veterinario. Lo que jamás supuso es que trabajaría en un zoológico atendiendo toda clase de animales: monos, cóndores, guacamayos, ciervos, pumas y mucho más.
Considera que tiene el trabajo soñado por cualquier veterinario. Cuando estaba en la universidad, pensó que atendería mascotas (perros, gatos, aves), caballos en instalaciones hípicas o que laboraría en una granja (vacas, cerdos, ovejas, etc.).
La realidad es que a quienes estudian medicina veterinaria; no les enseñan a vacunar pumas, operar tucanes, salvar cóndores o sacar las balas de la piel de un ciervo rescatado en el bosque. Son cosas que pocas personas pueden hacer.
Trabaja en un zoológico y en un centro de recuperación de especies
Ambas instituciones pertenecen a la a Fundación Temaikén en Escobar. Llegó al zoológico haciendo pasantías. “Cuando llegué había un pato criollo que tenía un problema en una de las patas y se le hacía terapia y fisioterapia todos los días”.
Con el paso del tiempo, se quedó a trabajar en el zoológico. Luego, empezó a prestar atención en Centro de Recuperación de Animales. Ahí, debía atender especímenes rescatados o incautados por quienes trafican especies exóticas.
Sartori suele comentar sus experiencias. En cierta ocasión, le llevaron un puma al que le habían extirpado las garras (las garras las venden el mercado negro). Tuvieron que hacerle magnetoterapia y láser, además de fisioterapia.
Ha tenido que sanar culebras, colocar una prótesis en el pico de un tucán, así como curar a un cóndor intoxicado. Recuerda que el cóndor por poco no se salva, pero lograron mantenerlo vivo y liberarlo de nuevo.
“La intoxicación por plomo es bastante común en los cóndores. Es un ave carroñera, se alimenta de animales muertos. Y como los animales muertos muchas veces fueron disparados por cazadores, el cóndor se come el plomo del proyectil y se intoxica.
El gran reto: liberar a los animales luego de sanarlos
Un veterinario no debe retener a los animales. Hay que evitar que queden con la “impronta de las personas”, es decir, que reconozcan a la gente. Los animales deben saber vivir en el medio silvestre.
“Tenemos que evitar que se impronten con nosotros, que nos reconozcan como de su misma especie, porque después es muy difícil revertirlo. Para que un animal silvestre sobreviva en la naturaleza, tiene que huir de las personas”
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¿Cómo regresan los animales a la naturaleza? Son devuelto rápido, antes de que establezcan lazos con la gente. A su vez, no deben llenarse del “olor de los humanos”, pues otros de su misma especie los rechazarían.
Fuente: BBC.