Después de años en un mismo puesto, o simplemente porque algún aspecto de nuestra vida o del lugar laboral cambió, nuestro trabajo puede tornarse pesado y aburrido al punto de no “llenarnos” como antes. Hemos perdido el interés.
Pregúntate: ¿Tu trabajo te pesa o te llena? Y también: ¿Qué podemos hacer cuando sucede esto? Sería bueno pensar en tus primeras motivaciones al emprender la vida laboral. Recordar porqué y cómo obtuviste el puesto, el camino que has tenido que recorrer en los últimos años para lograr lo que lograste. Tus méritos y tus hazañas.
Tener una visión retrospectiva acerca de quienes somos en el puesto que ocupas y en el lugar donde trabajas puede ser un gran aliciente para momentos en donde te acechen las dudas y el desánimo.
Para poder volver a encauzar tus motivaciones y entender lo que te pasa en cuanto al momento laboral que atraviesas, debes tomar varios elementos en consideración.
6 sugerencias para avanzar en tu vida laboral:
1. Verifica qué aspectos de tu trabajo no te llenan (no siempre es todo lo que no te llena)
A veces es el horario, a veces es la rutina, a veces es el puesto, otras veces el clima interno o el lugar físico donde trabajamos. No todo lo que nos pasa en las horas laborales es lo que puede estar influyendo en nuestra predisposición para el trabajo.
Puede suceder que sea un aspecto puntual el que te esté produciendo ese sentimiento de desgano y apatía hacia tu trabajo. Tal vez si consideraras moverte físicamente de un lugar a otro, de una oficina a otra, eso ayudaría. En otras ocasiones se trata más bien de aspectos relacionados con las formas, como las rutinas laborales o el horario: en esos casos puedes proponer alguna nueva rutina o acomodar la forma en la que gestionas tu tiempo en el trabajo.
En otras ocasiones son los tipos de desafíos que encuentras en tu quehacer diario los que ya no te motivan a superarte. Sería bueno buscar nuevos proyectos y nuevas formas de resolver los asuntos laborales de manera que puedas volver a sentir la “adrenalina” de tus inicios.
2. Escribe tu misión, visión y valores
Llevar por escrito lo que queremos, cómo lo queremos y qué cosas son importantes para nosotros es una buena forma de volver a encauzar el sentido de lo que hacemos.
Con los años -y no es pecado- olvidamos cuál es nuestra misión personal dentro de un puesto. Las cosas que nos mantienen pensando en lo que podemos lograr para el futuro de esa empresa y el nuestro, en forma personal. Ni más ni menos, son ese puñado de “porqués” hacemos lo que hacemos.
La sugerencia es que te hagas tiempo personal para pensar en esto. Toma una hoja en blanco y escribe tu misión dentro del puesto, tu visión para los próximos meses y los valores que te movilizan y que quieres promover desde tu lugar. Luego, escribe lo mismo, aunque desde tu perspectiva de vida: tu misión, visión y valores. Y observa si puedes conectar lo personal con lo laboral.
Cuando sabemos con qué herramientas contamos y de lo que somos capaces podemos darle un nuevo sentido a nuestra realidad.
3. Observa las posibilidades reales de cambio en el trabajo que estás. Pequeños ajustes.
No siempre vamos a poder realizar cambios estructurales en el lugar donde trabajamos. Lo que si podemos hacer son pequeños cambios que nos hagan sentir más cómodos y mejor predispuestos para realizar nuestro trabajo.
Esos pequeños ajustes tienen que ver con lo que mencioné antes. El mobiliario, el ambiente (fáciles de transformar), y, en un nivel más elevado y profundo a la vez, tu visión y misión personal.
Recuerda la frase de Gandhi: nosotros podemos que ser el cambio que te gustaría ver en el mundo.
4. Identifica oportunidades laborales que se ajusten más con tus anhelos
Si hemos decidido que el lugar de trabajo que ocupamos ya no nos satisface, quizás llegue un punto donde debemos repensar qué otras oportunidades dentro o fuera de empresa donde nos hallamos pueden satisfacer nuestras necesidades e intenciones.
A veces hablar con un supervisor, un jefe, un gerente o cualquier otra persona que tenga más años de experiencia que nosotros en el puesto puede ser de utilidad para ver las cosas de un modo distinto.
Si eso no sucede sería bueno tomarse el tiempo para empezar a buscar e identificar otros lugares donde podamos cumplimentar todo lo que creemos que podemos lograr. Se trata de evitar hacerlo desde el enojo y el resentimiento, o desde la apatía y la abulia por el aburrimiento que sentimos en ese trabajo, y realizarlo desde la motivación de lo nuevo que puede llegar.
Algunos trabajos son temporales, otros se desgastan con el paso del tiempo y otros son como volver a casa todos los días. Es normal que un mismo trabajo nos haga sentir eso en diferentes momentos, aunque lo ideal sería que cada vez que ingresemos en nuestras horas laborales sintamos que estamos haciendo algo de valor, con personas de valor y con metas en común.
5. Detecta qué aspectos internos tuyos se ven tocados -o tu punto de dolor- cuando afrontas “eso” que no te llena y cómo lo superarás
Si algo te aqueja, te molesta o te causa algún tipo de dolor emocional cuando piensas en tu trabajo es tiempo de reflexionar sobre ello. No tiene ningún sentido evadirte de esas emociones cuando lo que sientes es, claramente, dolor.
Aprende a preguntarte “¿Por qué siento esto cuando pienso en el trabajo?”. Analízalo sinceramente. ¿Es posible cambiar algo de la situación? ¿Tienes la competencia, la autoridad y la capacidad para hacerlo? ¿Qué otras opciones saludables tienes para hacer cambios? ¿Esta situación depende solamente de mí?
Reflexiona al respecto y trata de buscar respuestas justas; no solo respuestas que te pongan como víctima sino como alguien que puede empezar a movilizar cambios que te beneficien a ti y a otros de igual forma.
6. Deja de “aguantar”, empieza a “atravesar” los desafíos con lo que está presente: auto regulación emocional
Una de las razones por las que llegamos a sentir que el trabajo nos “pesa” o que no nos “llena”, se debe a que por mucho tiempo nos hemos sentido desmotivados, desenchufados o apáticos sobre ciertas situaciones que nos pasan en las horas laborales. Situaciones que hemos tenido que “aguantárnoslas”.
Pienso que un buen ambiente laboral no tiene por qué tener situaciones donde los miembros de un mismo equipo deban quedarse callados y asumir con cabeza agachadas todo lo que alguien imponga.
Los ambientes laborales donde más cómodos nos vamos a sentir siempre son aquellos donde podemos decir lo que nos pasa, cuando nos pasa y donde tenemos la completa libertad de hacerlo y el respeto de la escucha de los otros.
Para poder gestionar las emociones que nos generan ciertos ambientes de trabajo te sugiero dejar de sostener el malestar personal y ponerlo en palabras. No hiriendo a nadie con nuestras palabras, aunque sí siendo muy claros con lo que sentimos y lo que pensamos sobre ciertas situaciones.
Estos cuatro pasos te van a ayudar:
- El primer paso es describir el hecho en estado puro, sin juicios ni dedos acusadores.
- El segundo, expresar los sentimientos: qué emociones sientes respecto a lo que estás viviendo en el trabajo.
- El tercero, tus valores: por qué es importante para ti encauzar efectivamente el malestar.
- El cuarto y último, hacer un Pedido concreto, específico, puntual y buscar acordar un compromiso de tu parte, y también del otro.
Este proceso es altamente recomendable para, al menos de tu lado, exteriorizar lo que sientes de forma no agresiva ni violenta. Quizás no haya ningún cuarto paso; o debas crearlo tú, a medida. Incluso cambiando de trabajo. Eso lo verás en su momento habiendo pasado por distintas instancias.
Como sabes, nuestro trabajo ocupa gran parte de nuestra existencia, por eso debemos aprender a cuidar de nosotros mismos en ambientes donde compartimos la vida misma. No es lo mismo sentirte lleno que sentirte pleno en tu trabajo. La diferencia está en lo que cargas y lo que pones en cada una de tus decisiones personales y laborales.