En 1922, el mundo fue testigo de uno de los descubrimientos arqueológicos más impresionantes de la historia: Howard Carter y su equipo descubrieron en Egipto la tumba del joven faraón Tutankamón. El arqueólogo británico había dedicado seis años a la búsqueda del sepulcro real en el Valle de los Reyes, cerca de Luxor. En la tumba encontraron todo tipo de muebles, joyas y riquezas, pero no fue hasta febrero de 1923 que hallaron el verdadero tesoro: La cámara funeraria en la que yacía la momia del faraón, intacta desde hacía siglos. La apertura de los sellos antiguos marcó el comienzo de una serie de eventos trágicos que alimentaron la leyenda de la maldición.

¿Víctimas de la maldición?

Supuestamente, en la misma fecha en que se terminó de excavar la escalera subterránea que conduce al sepulcro, el canario que Carter tenía como mascota fue devorado por una cobra, símbolo del poder faraónico. Apenas dos meses después de la apertura de la cámara, George Herbert, Lord Carnarvon, el mecenas del proyecto, murió a causa de complicaciones de una picadura de mosquito. Poco después, moría su perra Susie.

Los rumores sobre la maldición continuaron cuando el financiero estadounidense George Jay Gould murió en mayo de 1923 de neumonía, pocos meses después de visitar la tumba, según JSTOR. Philip Livingston Poeambién contrajo neumonía unos meses después de visitar la tumba en 1923, aunque no murió. Cuando Richard Bethell, secretario de Howard Carter, murió en 1929, varios informes afirmaron que era la novena, décima o decimotercera persona relacionada con la excavación que fallecía.

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El egiptólogo Howard Carter invirtió seis años de su vida en encontrar la tumba de Tutankamón. Imagen: piemags/IMAGO

Desacreditando la maldición

En total, el número de muertes que los periódicos atribuyeron a la maldición osciló entre nueve y más de 20, dependiendo de si se incluía a los visitantes de la tumba y a los familiares de los excavadores.

Rumores sobre la "maldición del faraón" comenzaron a propagarse, sugiriendo que: aquellos que perturbaron el descanso de los antiguos reyes y reinas estaban condenados. Supuestamente, una inscripción tallada en la tumba de Tutankamón advertía que "la muerte vendría con alas veloces para aquellos que perturbaran el descanso del faraón".

Sin embargo, el mito comenzó a tambalearse a medida que los científicos analizaron los eventos desde un punto de vista más objetivo. Si bien las muertes podían parecer sospechosas o por lo menos sorprendentes, muchas de ellas se podían atribuir a causas naturales o circunstancias arbitrarias. La ciencia comenzó a descartar la idea de una maldición sobrenatural y apuntó a explicaciones más mundanas.

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Hongos y neumonía: explicaciones científicas

La teoría más popular es que hongos podrían haber sido la causa de las muertes. El hongo aspergillus puede causar tos y dificultad respiratorias Dos médicos publicaron una carta en The Lancet en 2003 en la que afirmaban que el aspergillus, un moho común, podría haber enfermado a Lord Carnarvon, que ya tenía una salud debilitada a causa de un accidente de coche que dañó sus pulmones.

No obstante, investigaciones posteriores constataron que los indicios de hongos y de bacterias que se habían encontrado, ya no estaban activas, por lo que no suponían una amenaza para las visitantes ni para las pinturas.

Es imposible saber si el aspergillus u otros hongos realmente contribuyeron a la muerte de Lord Carnarvon o de Gould. Hoy en día, los arqueólogos utilizan guantes, mascarillas y, a veces, una barrera de ropa desechable para protegerse del moho y los hongos, según "Dangerous Places: Health, Safety, and Archaeology". También es cierto que muchísimas personas visitaron la tumba, y el número de muertes en relación con eso es relativamente pequeño.

Frank McClanahan, un médico que trató a Lord Carnarvon durante su enfermedad en Luxor, dijo en una entrevista en 1972. "Si se tomara cualquier gran multitud de personas y se comprobara más tarde, se encontraría un cierto porcentaje de muertes entre ellos".

Fuente: DW.