Es hijo de la duquesa de Alba, quien es conocido por su actitud ecologista. Ahora, él convierte su herencia en refugio de la naturaleza, lo cual ha sido muy aplaudido por quienes son activistas de la naturaleza en el mundo.
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Jacobo Fitz-James Stuart heredó unas fincas en Salamanca, en el 2015
Es el tercer hijo de la conocida Duquesa del Alba, nacido en 1954. Desde 1980 tiene el título de Conde de Siruela. En 2015, luego de fallecer su madre, hereda varias fincas en España, específicamente en la zona de Salamanca.
Está casado con la fotógrafa Inka Martí y ambos se declaran ecologistas. "Tenemos 4.000 hectáreas y somos ecologistas. O hacemos algo o es un mero postureo lo nuestro", ha declarado esta pareja respecto a sus acciones en las granjas que poseen.
Jacobo se ha convertido en un prestigioso editor, que suele pasar sus días en las fincas de España para estar en contacto con la naturaleza. Desde hace unos años, quiso que estas fincas dejasen de ser un mero sitio para la ganadería y siembra.
Uno de los mayores terratenientes de Castilla y León
Jacobo Fitz-James Stuart tiene más de 4 mil hectáreas, donde pastan más de 1.500 cabezas de ganado. Son espacios rodeados de encinas y fresnos, santuarios donde abundan las aves: águilas, cigüeñas, buitres y milanos.
Hace 8 años, el hijo de la duquesa de Alba se propuso que sus tierras se convirtieran en el mejor modelo posible de biodiversidad y “rewildind”. Es decir, que ha intentado reintroducir espacies que han sido desalojadas de la zona.
Pero, también hay animales que regresan por su propia cuenta. Tal es el caso del lobo ibérico, animal que sumaba décadas alejado de esas geografías. Pero, ha vuelto ya que las dehesas se han regenerado y la biodiversidad le permite hallar alimentos.
El lobo ibérico fue cazado y ahuyentado, ya que lo consideraban una plaga. Pero, ahora se le considera una pieza del ecosistema. Solo hay que estar atentos de que no ataque al ganado, pero en realidad este lobo ahuyenta a otros animales que devoran los pastos.
Además, se ha procurado retornar los cauces de agua a sus cursos naturales. Lentamente, los árboles han vuelto a detentar la frondosidad de otros tiempos. En los cielos vuelan muchas aves y el verdor se apodera de un paisaje que antes era más terroso.
2.000 hectáreas para pastos
De las más de 4 mil hectáreas, se usan 2 mil para pastizajes. De ese modo, se dejan libres muchas extensiones de la heredad para el desarrollo natural, forjando un santuario para la naturaleza que cada vez se torna más y más interesante.
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¿Te gusta lo que sucede con estas fincas en Salamanca? Jacobo, el hijo ecologista de la duquesa de Alba, les ha dado un buen manejo a sus tierras, con la meta de convertirlas en un ejemplo de conservación y recuperación ambiental.
Fuente:
La Nación