Luego de varios días sin salir de casa, puede ser sorprendente encontrarte con las nuevas medidas y formas de interacción. Aparte del distanciamiento social, las largas filas antes de entrar al supermercado, hay un gran aspecto que ha cambiado: la falta de visibilidad de las sonrisas.
Ni la mirada, ni las patas de gallo en una sonrisa genuina, ni siquiera algún gesto gentil de la marga exhibición del rostro que denota que la tristeza y la angustia no están presentes.
La sonrisa tapada por barbijos nos lleva a reflexionar sobre el impacto que provoca el distanciamiento social y la imposibilidad de ver y decodificar el rostro del otro en toda su expresión. La imposibilidad de conectar de ese modo cuando transitamos espacios públicos embarbijados.
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Al observar de frente un medio rostro es difícil empatizar y lograr cercanía. Un medio rostro si es que no llevamos anteojos, accesorios en la cabeza, etc. Quizás veamos alguna inclinación de cabeza, una mueca oculta tras el barbijo de rigor, o una actitud corporal abierta al dejar el paso libre para otro carrito lleno de compras. Sólo eso. Pero ninguna sonrisa.
Lo que dice el rostro
Hay una especialización de la Comunicación No Verbal que se encarga de analizar lo que revela el rostro. En su libro “Leer el rostro”, la autora Rose Rosetree, afirma que la cara “es un currículum vitae. A partir de cumplir 40 años cada persona tiene el rostro que merece”.
Esta rama se llama morfopsicología, y afirma que sobre la base de la herencia genética de cada uno, vamos moldeando una fisonomía que es un reflejo de la forma de ser y de las actitudes que suelen predominar en nuestro comportamiento, e incluso, nuestros sentimientos. De allí que el dicho de “los ojos y la cara son el espejo del alma” adquiera relevancia.
Es probable que una persona excesivamente seria haya desarrollado arrugas hacia abajo en el rostro, lo que le da una expresión de rigidez. Expresión que, de tanto repetirla a lo largo de su vida, ha dejado una huella no sólo en la piel sino en el alma y hasta en su espíritu.
Lo que decodificamos al mirar a otros
Cada vez que nos comunicamos con otros frente a frente, incluso de manera virtual, podemos recabar mucha información que parece oculta a simple vista. Cuando conocemos muy bien a una persona podemos presentir su estado de ánimo con sólo escuchar el tono de su voz. Imagina entonces la potencia de observar el rostro: podemos detectar eso mismo, y además la actitud, las emociones, si miente o si dice la verdad.
El prolífico psiquiatra y autor español Enrique Rojas afirma que la esencia de la persona se manifiesta en el rostro. La sonrisa cumple un papel esencial: abre puertas, empatiza, tiende puentes de entendimiento, despierta curiosidad y complicidad. Es una especie de sincronicidad que se da cuando se genera de ambas partes.
Por eso es que restarle al rostro la posibilidad de esa conexión genera un impacto emocional que cercena, mutila, gran parte de las habilidades empáticas y de interacción social. Más aún si es frente a desconocidos.
Las sonrisas verdaderas se sienten auténticas y espontáneas. Son aquellas en las que las comisuras de los labios se levantan y se forman arrugas en los extremos de los ojos. Se puede afirmar que sonreímos también con los ojos, no sólo con la boca.
Leer el rostro no es algo nuevo: se practica desde hace unos 2500 años, en la China anterior al filósofo Confucio. Pitágoras también estudiaba la fisiognomía, elegía a discípulos de acuerdo con la forma del rostro.
En términos generales, la comunicación no verbal ha indicado que del 100% del código entre los humanos, lo gestual ocupa un 90% mientras que lo verbal un 10% o menos. En ese porcentaje mayoritario la decodificación de la sonrisa es esencial para la credibilidad, la fuerza, la empatía, la conexión emocional con los demás. Imagina por un momento una figura pública hablando, o tú mismo queriendo seducir a alguien sin poder exhibir tu sonrisa.
Para Joe Navarro, que trabajó en estos temas durante 25 años en el FBI y autor de “El cuerpo habla”, “son los ojos y la mirada el barómetro preciso de los sentimientos porque tenemos muy poco control sobre ellos. Las pupilas se dilatan o se contraen cuando algo no nos gusta. Y esto suele ser menos obvio que una frente arrugada o un gesto de disgusto con la boca. Además, los ojos tienen mucho más micro gestos, microexpresiones que otras partes del rostro. He podido detectar el autor de un crimen tan sólo observando un micro gesto en los ojos”.
Cómo empatizar con un barbijo de por medio
Posiblemente debamos convivir con tapabocas por algún tiempo más. Aquí van algunas sugerencias para movernos en este terreno cuando medio rostro de frente está oculto a la vista:
- 1. No dejes que el barbijo anule la cercanía
La empatía es una cualidad de la inteligencia emocional. Mantén una actitud corporal abierta, receptiva y amable dará las pistas a los interlocutores de nuestras intenciones.
- 2. Conecta con la mirada
Unos segundos son suficientes. ¿Qué te refleja la mirada de los otros? Recuerda que, aunque hagas una mueca de sonrisa, eso generará una emoción interna asociada que “se parecerá” a un estado de mayor bienestar.
- 3. Analiza los contextos
Todo acto de comunicación, especialmente la no verbal, se analiza en el contexto. No estar acostumbrados a utilizar cubrebocas genera incomodidad. Es conveniente no hacer juicios ni interpretaciones apresuradas, ya que al no poder decodificar rápidamente la intencionalidad de los demás, es posible caer en malinterpretaciones.
- 4. Habla con voz fuerte y clara
Los labios no pueden ser leídos, a menos que utilices un barbijo especial que se aplica para las personas que se valen de su lectura para comunicarse. No temas en elevar levemente el volumen de voz al hablar para que puedas hacerte escuchar.
- 5. Tu actitud corporal
La postura del superhéroe, erguida y con gesto de poder, puede ser una alternativa de empoderamiento. Con ella puedes suplir la falta de contacto y cercanía, barbijo mediante.
- 6. Habla con todo el cuerpo
Aunque parezca que el rostro es la fuente principal para comunicarnos, usamos todo el cuerpo para expresarnos. Utiliza las manos para gesticular apoyando las ideas, observa cómo te paras para reforzar conceptos, y muéstrale al otro tu predisposición a conectar .
- 7. Disposición y paciencia
Practica la tolerancia, la disciplina, la paciente espera en una fila interminable. Una conversación cómplice al pasar con quien nos atiende y brinda su servicio, puede ser un puente tan eficaz como la mejor de las sonrisas.