Son dos las palabras que todos/as en alguna medida hemos escuchado, vivido y experimentado en este período pandémico: "miedo" y "cambio". Lo paradójico es que las dos tienen generalmente un efecto contrario, pero a la vez, cada una puede producir a la otra.
Me refiero a que el miedo frena, paraliza o inhibe, mientras que el cambio implica puro movimiento y acción. El miedo puede producir cambios y el cambio puede producir miedo. Considero que nos puede haber pasado tanto una situación como la otra y en algunos casos las dos.
Después de haber trabajado en talleres y con diversos grupos la temática en este año, tan especial, tan diferente, surgió que la gran mayoría tuvo o tiene miedo a contraer la enfermedad, a contagiarse o que se contagie alguien dentro de su familia o círculo cercano y a la vez, casi todos/as han tenido algún conocido o familiar que la padecieron, miedo a la enfermedad en sí y a sus consecuencias; miedo a perder el trabajo o que éste cambie, se modifique y no poder estar a la altura de dicho cambio o no sentirse capacitado/a.
Otros miedos que también aparecieron fueron: a la soledad, al aislamiento, miedo a salir, a perder la libertad, a saludarse o reunirse, entre otros. Miedo, miedo y más miedo; creo que llegamos a tener miedo al miedo.
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Se impusieron muchos cambios, para comenzar, todos los nuevos protocolos para poder interactuar socialmente, comercialmente, laboralmente, en la mayoría de los ámbitos en que nos movemos, es decir cambió la forma de saludar, de relacionarnos, de movilizarnos, de vender y comprar, de trabajar, de estudiar hasta de viajar , entre otras.
Probablemente, te identificas o sientes que has pasado o estás pasando por alguna de estas situaciones. Considero que casi todos/as de una manera u otra hemos sufrido miedo a que las cosas cambiaran y también que el miedo nos llevara a realizar algún cambio. Lo que se puede afirmar en este momento es que el cambio existe y que quizás muchos más están por venir.
La buena noticia es que tenemos la capacidad de poder conocer, hacer conscientes nuestros miedos y gestionarlos como así también realizar cambios que consideremos necesarios para mejorar de esta manera nuestra calidad de vida; entonces surge otra gran capacidad que tenemos que es la de poder adaptarnos a los cambios, especialmente cuando éstos se nos imponen y no dependen de nosotros/as.
Resistirnos, lo único que producirá es mayor sufrimiento, como dice Jung "todo lo que resistes, persiste" no podemos arraigarnos a lo ya fue, a lo que ya cambió y es aquí donde aparece otra capacidad que poseemos, la aceptación para asumir la realidad tal cual es y poder continuar la vida trayendo una mejora considerable a nuestro bienestar.
Lo ideal, es que en tiempos de cambios apelemos a la creatividad, a la reinvención, al aprendizaje, en lugar de quedarnos en la queja, la bronca y la culpa que nos llevan a un lugar sin salida en donde quedamos atrapados siendo presas del miedo nuevamente.
Es un período de mucha vulnerabilidad e incertidumbre pero también de la aparición de diversas fortalezas y potencialidades personales que quizás no sabíamos que las teníamos porque estaban guardadas muy adentro nuestro, es época de grandes desafíos personales y sociales momento justo para que todas esas capacidades se manifiesten y desarrollen.
Y me pregunto y les pregunto ¿será el momento de conectarnos y de conectar con los demás? En el desarrollo social y personal es esencial la presencia de un otro, entonces desde un ser humano a otro ser humano, la interacción es clave para que nos demos cuenta que la unión fortalece, que la solidaridad ayuda, que la empatía entiende, que lo que hago tiene consecuencias porque puede colaborar o destruirme o destruir a otros, incluido el entorno en el que vivo.
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Podríamos aprovechar este tiempo donde pasamos más horas dentro de casa para reflexionar, para mirar hacia adentro y a lo mejor pueda surgir tal vez, una mirada más compasiva hacia afuera, que tanto nos hace falta.
Lo cierto es que la vida es un constante movimiento pero nosotros creemos o tenemos la sensación, que todo es o deber ser estable y continuo; ese es uno de nuestros mayores miedos, el perder esa sensación de que tenemos el control; esta pandemia vino a quebrar esta “sensación” o a lo mejor vino a despertarnos para darnos cuenta de que lo único constante es el cambio, que siempre tendremos incertidumbre acerca de lo que sucederá y que nuestro tiempo es el presente, es sobre el único tiempo que podemos accionar y podemos vivir.
El pasado ya fue y el futuro aún no llega; si tenemos o trabajamos para tener una mente abierta y flexible podríamos notar tal vez, que lo que hoy es un cambio, probablemente mañana sea lo “normal”, además de ser, la puerta que nos permite acceder al bienestar.
Grandes cambios están surgiendo y varios más se avecinan. Estará en cada uno/a de nosotros/as encontrar los diferentes modos y maneras de sacar la energía, motivación, fuerza y temple para transitar esta nueva era, esta nueva "normalidad". Quizás si lo permitimos, esta pandemia vino a enseñarnos a soltar el miedo y abrazar el cambio.
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