Este viernes 15 de octubre celebramos en todo el mundo el Día Mundial del Lavado de Manos. Esta fecha es una voz de alerta a la población sobre la importancia de una práctica sencilla que salva la vida de millones de personas todos los días. Pero además es una incitación a la incomodidad para quienes deben garantizar el acceso a agua y jabón en todo el mundo.
Lavarse las manos ayuda a prevenir enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias agudas que causan la muerte de 3.5 millones de niños y niñas cada año, según UNICEF. Antes de cocinar, de comer y luego de ir al baño o de limpiar a un bebé es necesario realizar una correcta higiene de manos para no enfermarnos y cortar la circulación de virus y bacterias con los que convivimos día a día. Esto parece sencillo pero en el mundo son 3000 millones de personas las que no tienen acceso a instalaciones básicas en sus hogares para realizar este tipo de prácticas de higiene.
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El acceso al agua segura y saneamiento es apenas un punto de partida para el bienestar personal y comunitario que permite a su vez el desarrollo social y económico de cualquier familia. Es por eso que son tan importantes las inversiones económicas que den respuesta a los desafíos de la crisis social y ambiental del agua. La falta de acceso a este bien público y derecho universal, no solo es una cuestión de salud sino también define las posibilidades de progreso y desarrollo que tienen las personas.
Pero además es preciso señalar que el lavado de manos con jabón es la intervención de salud más costo-efectiva que existe, en comparación con el financiamiento que requieren otras iniciativas. Una pequeña inversión en la educación de hábitos de higiene y cuidado personal como esta, trae beneficios a todo el sistema sanitario que de otra manera costearía tratamientos para enfermedades evitables.
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La promoción del lavado de manos como práctica de cuidado personal y comunitaria, también es una tarea que excede a las familias y puede alojarse en la escuela, la tele, el barrio, los comedores, el trabajo y cada espacio de socialización que se inscriba al menos temporalmente en este intercambio educativo. Los niños son muy buenos agentes de cambio en este tipo de prácticas de cuidado. Son un segmento social entusiasta, multiplicador y abierto a aprender nuevas lecciones para mejorar el mundo.