Caminar es algo que hacemos a diario. Ya sea para ir de la cama al living, o al dar grandes paseos, siempre estamos desplazándonos con nuestros pies. Lo malo es que, como casi todo lo que hacemos a diario, muchas veces no le prestamos atención a la acción de caminar.
En realidad, vamos de aquí para allá, caminamos para mover el cuerpo, caminamos mientras hacemos nuestras tareas diarias, y sin embargo nunca nos detenemos a pensar en lo maravilloso que es tener la salud, la fuerza y la posibilidad de salir a caminar.
La caminata consciente aparece entonces como una manera de desarrollar la concentración y la atención plena al momento de realizar un paseo, y la convierte así en un espacio de meditación. A través de un ejercicio simple, podemos conectar con nuestro cuerpo, con todo lo que nos rodea y con el momento presente.
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Si quieres practicarla, estas son las cosas que deberías tener en cuenta.
Tener la intención clara
Lo primero es, antes de salir a dar una caminata consciente, es estar seguros de que eso es lo que queremos hacer. Por supuesto que con la práctica podemos hacer que nuestro camino al súper se convierta en un espacio de meditación.
Pero las primeras veces, es importante reservarse un momento para salir a practicar la caminata consciente y nada más que eso: sin ningún otro propósito más que disfrutar del placer de caminar.
Silencio
Para hacer de la caminata un espacio de meditación, es importante caminar en silencio. El silencio permite ralentizar nuestra incesante actividad mental para volvernos más receptivos a la experiencia.
En este sentido, la caminata consciente es más bien solitaria. Si la realizas en compañía, procura que la otra persona tenga los mismos propósitos que tú.
Reducir la velocidad
La caminata consciente tiene como principal propósito entrenar nuestra mente, no nuestras piernas y glúteos. Por supuesto que el hecho de estar en movimiento tiene muchos beneficios para la salud: mejorar el sistema circulatorio, liberar endorfinas, etc.
Pero lo importante es conectar con cada paso que damos, sentirlo completamente. Y para ello, caminar tranquilo y sin apuro es fundamental.
Respirar
Por supuesto, como en cualquier otro ejercicio de meditación, la respiración es fundamental. Lo más importante es que puedas sincronizar la respiración con la acción de caminar.
Puedes empezar inhalando mientras levantas el pie, y exhalando mientras lo bajas, exagerando la lentitud de los movimientos.
Contar los pasos
Una vez que estés caminando a ritmo normal, puedes contar los pasos que das en cada inhalación y en cada exhalación, intentanto llevar un ritmo parejo. Por ejemplo, si das tres pasos mientras inhalas, los cuentas (uno, dos, tres). Luego, mientras exhalas, vuelves a contar tres pasos.
Así, hasta que el ritmo de tu respiración y de tus pasos esté perfectamente sincronizado.
Decir palabras
Lo importante es que tu mente no se disperse mientras caminas: esa es la clave de una caminata consciente. Que puedas estar completamente en sintonía con tu cuerpo mientras se mueve, con la acción de caminar, con el entorno, con el momento.
Por eso, si sientes que la mente empieza a divagar, puedes repetir algunas palabras mientras caminas. Por ejemplo: aquí y ahora.
Mientras inhalas, puedes repetir dentro de tu mente la palabra “aquí” en cada paso. Mientras exhalas, haces lo mismo con la palabra “ahora”.
Del mismo modo, puede usar cualquier palabra que sea importante para ti, un mantra o una intención.
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Cuida la postura
Procura mantener una postura erguida mientras caminas consciente. Aunque tu atención estará principalmente en tus pies, es importante que tengas consciencia de todo tu cuerpo.
Aunque te sientas relajado, camina con seguridad, disfruta absolutamente todo tu cuerpo en cada paso.
Sonríe
Verás que luego de un rato de caminata consciente sientes tal sensación de placer que te sientes feliz. ¡Pues refléjalo en tu rostro!
Pintar una sonrisa en la cara es una manera de agradecer todo lo que te has regalado. Además, está demostrado científicamente que el hecho de sonreír te hace sentir más feliz.
No tengas miedo de ir sonriendo por el mundo mientras caminas. ¡Quizá hasta contagias a las personas que te cruces en el camino!
Fuentes: