El ritmo acelerado y la sobrecarga de la agitada vida cotidiana actual nos producen un estado de excitación sensorial y nerviosa que es casi constante. Permanentemente en guardia y con elevados niveles de estrés, la energía física y psíquica se consume rápidamente, y a causa del agotamiento sostenido en el tiempo, las cosas que habitualmente podían ser enfrentadas con facilidad adquieren una dimensión que nos agobia y altera la homeostasis del organismo.
Fue el fisiólogo Walter Cannon quien en 1926 acuñó la palabra "homeostasis" para describir los mecanismos que mantienen constantes las condiciones del medio interno de un organismo, a pesar de las oscilaciones del medio externo.
Interactuamos con un entorno que es cambiante y con el cual debemos aprender a relacionarnos con vitalidad e inteligencia emocional, para poder adaptarnos rápidamente a las situaciones que debamos enfrentar.
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Hans Selye describió la alteración de la homeostasis como consecuencia de reacciones basadas en emociones primarias, principalmente la ira o el miedo, que dan mucha energía y, por lo tanto, capacidad para defenderse ante situaciones que el organismo lee como peligrosas para la supervivencia. Es el llamado síndrome general de adaptación, o sea, el estrés.
La emoción irrumpe en la vida humana, en determinadas situaciones, con intensidad no siempre acorde a la magnitud del hecho que la ha desencadenado. Así es como se generan perturbaciones sicológicas y fisiológicas, y comportamientos inadecuados. Estos comportamientos suelen surgir, como reacción automática, por la influencia de condicionamientos o paradigmas de los cuales no siempre se tiene conciencia.
Debemos entrenar la mente para poder coordinar las conductas con los deseos y decisiones. Pero nuestra querida mente (en especial cuando está agotada y dispersa) actúa de manera anárquica y no nos obedece. Para comenzar a administrar la actividad mental, existe desde hace milenios la técnica de meditación, que es la herramienta más efectiva para lograr concentrarnos más, desarrollar la intuición lineal, estar más alertas y creativos y tomar mejores decisiones.
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Lo invito a realizar un test. Deje todo lo que esté haciendo, siéntese cómodo, cierre los ojos y respire lento y profundo por unos instantes. A partir de este momento no piense en nada más. Atención: no debe pensar en nada, y mucho menos en una rosa roja.
Sospecho que, al tratar de no pensar, su mente se habrá acelerado y dispersado con gran cantidad de imágenes e ideas que comenzaron a surgir, incluso muchas sin sentido. Y que, al intentar no pensar en la flor, esa imagen habrá sido justamente la primera en aparecer.
Entonces, si somos seres mentales y nuestra mente está dispersa, confusa y no nos obedece, es necesario hacer algo para tomar el timón y guiar nuestra vida con más certeza hacia el destino elegido.
Nos dice el Profesor DeRose en su libro Meditación y autoconocimiento: “La técnica de meditación consiste en mantener la mente concentrada en una sola cosa, sin darle alimento que genere otras dispersiones. En un determinado momento la mente para y la conciencia fluye por otro canal de manifestación que es el intuicional. Es en ese estado cuando se potencia la creatividad y ocurre el Autoconocimiento”.