Por Mercedes Gil Campos, Universidad de Córdoba
La exposición a la luz solar directa o indirecta resulta esencial para mantener una buena salud, especialmente en los niños. Así aseguramos una adecuada producción de Vitamina D, que interviene en el desarrollo de los huesos y en la función del sistema inmune. Estudios recientes apuntan que es suficiente con 30 minutos de exposición semanal al sol de tarde en un 40% del cuerpo, para que se produzca la cantidad de vitamina D que los más pequeños necesitan. O también de al menos 10 min al día, sobre la cara, brazos y piernas.
Estas pautas pueden ser difíciles de cumplir en muchos casos durante la actual situación de confinamiento por la COVID-19. Además, se debe asegurar un buen aporte de pescado azul y lácteos para que, incluso en estos momentos, no sea preciso administrar suplementos.
Por otro lado, es importante respetar el ciclo día-noche, favoreciendo las actividades matutinas con el máximo de luz natural posible. El descanso nocturno conviene realizarlo en ambientes con mínimos de luz y ruido. Esto resulta esencial para que se regule el reloj biológico, especialmente en las primeras etapas de la vida.
Otro aspecto a tener en cuenta es que los bebés necesitan un aprendizaje continuo. En esta etapa de la vida aprenden a comer, a moverse, a hablar y a relacionarse, además de formarse su personalidad. Por ello, es importante considerar todos estos aspectos para que se creen buenos hábitos de salud como comer solos, comportarse bien, o lavarse las manos o los dientes.
Quedándonos en casa por la alerta del coronavirus podemos caer en la tentación de relajarnos y que los niños permanezcan pasivos o con un aprendizaje mucho más ralentizado, aburridos. Incluso crear un ambiente de desorden con pautas descontroladas en el sueño, en los horarios de comidas, o incluso en la forma de ser del niño con episodios de impaciencia, irritabilidad o rabietas. Nada recomendable.
Para compensar estos posibles efectos negativos en lo bebés o niños menores de 2 años promovidos por este confinamiento, podemos seguir unas sencillas recomendaciones.
Recomendaciones para lactantes
Los recién nacidos o lactantes menores de 3 meses suelen pasar mucho tiempo en casa, y generalmente solo comen y duermen. El hecho de que el confinamiento ocurra en el tránsito del invierno a la primavera puede limitar simplemente algún paseo al aire libre. Aunque como suelen estar bien tapados en el cochecito, incluso en condiciones normales resultaría difícil cumplir las recomendaciones del pediatra de exponer su piel a la luz solar.
En la situación actual, los lactantes pueden dormir cerca de alguna ventana que tenga luz, de forma que al menos las manos y la cara puedan recibirla. Lo que sí se debe considerar, al igual que en bebés de edades más avanzadas, es que, especialmente en momentos de siestas y durante la noche, deben estar en un espacio sin ruidos y mantener una rutina en los horarios de la comida y el descanso.
Hasta un año, estimulación psicomotriz
En los niños de más de 6 meses es importante, aún estando en casa, dedicarles tiempo para realizar una estimulación psicomotriz adecuada y aprovechar la situación de confinamiento familiar para dedicarles más tiempo. Los hermanos pueden hacerles reír, enseñarles objetos para que los cojan, o dejar que gateen en casa detrás de ellos. Eso sí, manteniendo la higiene de todos los miembros de la familia (y de la vivienda).
El hecho de estar confinados no debe implicar dejar al niño sentado en la silla o despierto en la cuna sin ningún otro estímulo. En los que ya manejan instrumentos, se pueden trabajar los trazos, aprender a coger cubiertos, así como incorporar nuevas palabras u onomatopeyas aprovechando los sonidos que se escuchan por la ventana.
También podemos aprovechar esta circunstancia para incidir más en diversificar la alimentación y dedicar más tiempo a probar nuevos alimentos o texturas. De hecho, estar en casa no debe ser excusa para ceder en el tipo de alimentos que consumen, sustituyendo la alimentación más saludable por la más apetecible u ofreciéndola fuera de los horarios de las comidas. En estos días, tendemos a preparar más dulces caseros o a picar entre comidas. Esto debería estar controlado, también en los niños pequeños, que están adquiriendo hábitos.
Igualmente, se deben respetar las horas de sueño y una rutina adecuada. Este periodo de confinamiento no debe implicar que, al tener un horario más flexible, tengamos que ceder en el momento de acostarse, en el modo de dormir (por ejemplo, con los padres en la misma cama si ya dormían solos) o en el número de horas de sueño.
Exploradores de 1 y 2 años
Quizás los que más noten las limitaciones de este aislamiento sean los niños mayores de un año, que comienzan ya a andar, y quieren salir a explorar y moverse continuamente. En este caso, debemos mantener la calma y la paciencia, y buscar otras opciones. Por ejemplo, bailar con música infantil, enseñarles a saltar, subir o bajar escalones, o realizar ejercicios en el suelo, como movimientos de bicicleta con los pies. En cualquier caso, se debe asegurar la actividad física, incluso dentro de casa.
Cuidado con los accidentes domésticos
Hay que hacer especial mención al cuidado extremo para evitar los accidentes domésticos, que están aumentando en este periodo de confinamiento. Conviene controlar los accesos a productos de limpieza o medicamentos, asegurar bien que no puedan acceder a ellos, y cuidar también que no se metan piezas pequeñas de juegos por orificios nasales, oído, o que puedan ingerirlos.
Además, aunque conviene promover la actividad física, esta debe ser supervisada por un adulto. Sobre todo para evitar caídas o traumatismos, que son frecuentes al saltar en una cama, o resbalar por una escalera.
En resumen, es fundamental tener un horario organizado para mantener la rutina en la alimentación, el sueño, la higiene, así como favorecer tiempos de aprendizaje y asegurar momentos de diversión y juego. Sin olvidarse de promover la autonomía en el niño en estas edades y asegurar un mínimo de exposición solar. Para ello será necesario trabajar la imaginación y adaptación en las diferentes edades. De esta manera este confinamiento resultará más llevadero para los niños y sus cuidadores.
Mercedes Gil Campos, Profesora de Pediatría. Pediatra especialista en Metabolismo en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba., Universidad de Córdoba
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.