Muchos desconocen que 1816 fue el año más frío de la Tierra. Es conocido como el “año en que no hubo verano”. Ese momento también es conocido como “la pequeña Edad del Hielo”, causando un verdadero desajuste en Europa.

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¿Qué sucedió en el año 1816?

Se combinaron varias cosas: una caída en la actividad solar y dos erupciones de gran escala (los volcanes Mayon en Filipinas y el monte Tembora en Indonesia). Además, en ese año tocaba un descenso de las temperaturas.

Hubo muchos desplazados climáticos por este fenómeno. El invierno fue muy frío y se extendió por varios meses, llegando hasta mediados de año e interrumpiendo el verano. Por eso, lo llaman la “pequeña Era del Hielo”.

Hubo alarmas: primero, una sequía en la Península Ibérica durante el año 1815. Al llegar el invierno, el frío fue intenso. En Francia, se llegó a pedir la ayuda a Dios mediante misas y actos públicos para que regresara el calor.

Sin verano, con un invierno extenso y muy duro

Hubo un antecedente: en los años anteriores, los inviernos fueron cada vez más fríos. Además, tendían a empezar antes de lo esperado. Finalmente, en 1816, el periodo invernal se extendió más allá de sus límites y casi llega hasta el siguiente invierno.

Simplemente, no hubo verano. Tan solo una tenue primavera tardía, pero que fue interrumpida por un nuevo invierno. Todo fue un desastre: las cosechas se perdieron, a la vez que muchas actividades terminaron en calamidad.

Mucha gente describe los “días sombríos” y la esperanza de la llegada de una primavera. Pero, la nieve seguía. En dado caso, cuando el clima mejoró, hubo solo jornadas nubladas y una lluvia pequeña que no se detenía.

El clima de Europa cambió para siempre. Antes, era más cálida. Se dice que eso ayudó a que la agricultura floreciera. Luego, los europeos viraron hacia una economía más industrial y buscaron recursos en otros continentes.

¿Se puede repetir una “pequeña Edad del Hielo”?

Todo puede acontecer, ya que nuestro planeta no es estático: tiene cambios. Pero, el cambio climático actual apunta a un aumento de las temperaturas. No obstante, una contaminación excesiva del aire causa que no puedan entrar los rayos solares a la superficie.

Lo cierto es que la humanidad debe ser más cuidadosa con la Tierra. El planeta puede alterar su clima por razones naturales, pero ahora son los humanos los detonantes de desajustes cuyas secuelas son impredecibles.

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¿Sabías que 1816 fue un año muy frío? ¿Te imaginas un año sin verano? Es algo que sucedió y que demuestra que el clima tiene vaivenes. Ahora, somos los propios humanos los que causamos el desajuste climático que padecemos.

Fuente: El Confidencial.