De los muchos modos de meditar que existen, hacerlo caminando es una de las más amenas para el ser humano. Lee esta nota y descubre el poder del Kinhin, también conocido como la meditación en movimiento.
El Kinhin o Kin-hin es un modo de meditación zen que se realiza al caminar. Tanto en occidente como en oriente se distingue la acción de andar como una actividad que permite despejar las ideas, incentiva la creatividad y libera el estrés.
El sentido de estas caminatas es el mismo que el de la meditación: “relajar la mente y el cuerpo para avanzar en el despertar”. Pero además, es un potente ejercicio físico si se realiza a diario y con disciplina. Es que el Kinhin posee fundamentación fisiológica: al caminar, el cerebro se oxigena mejor y la mente mejora sus capacidades.
Funciona como buena alternativa a la meditación tradicional que se realiza sentado. Las personas más inquietas o quienes busquen concentrarse y les sea complejo hacerlo para meditar, podrán ver avances con esta técnica ancestral.
Origen japonés y con reminiscencias aristotélicas
A palabra Kinhin surge en Japón y se basa en dos raíces lingüísticas: “Kanji” que se traduce como “atravesar un hilo el telar” y la otra raíz “hin” que significa "caminar". De modo que el Kinhin sería algo así como “caminar las enseñanzas”.
Es por eso que esta técnica se basa en las caminatas. Se trata de un modo de caminar consciente alineado con las teorías del budismo zen de Japón. De hecho, cuenta la tradición que Buda meditaba de ese modo: caminaba por el bosque lentamente luego de haberse sentado a meditar previamente. No en vano, se dice que el andar es el puente que une la calma meditativa con el movimiento del mundo.
Sin embargo, en otros ámbitos como la filosofía de la antiguedad, y más específicamente en la escuela Peripatética guiada por Aristóteles, también se asociaba el andar con el conocimiento. El célebre filósofo se valía de esta herramienta cuando dictaba sus enseñanzas a la vez que caminaba por los jardines exteriores del Liceo griego.
Unas cuantas figuras filosóficas hicieron de las caminatas un recurso válido para meditar, ya que creían que la realidad era itinerante y al pasear se lograba sintonizar mejor con la naturaleza y los propios pensamientos. Personajes como Nietzsche, Kant y Rousseau también fueron fieles seguidores de esta herramienta.
[Tal vez te interese leer: ¿Todo regresa en la vida? Conoce el origen de esta idea de reciprocidad budista]
¿Cómo practicar Kinhin?
Es muy fácil, pero requiere un estado contemplativo muy particular, como todo método zen. No creas que se trata de simplemente caminar por caminar.
La forma tradicional de llevarlo a cabo establece que por cada 50 minutos de meditación en posición sentada, se deben hacer 10 minutos de caminata. En resumidas cuentas: primero hay que sentarse a meditar y luego andar, de forma sucesiva.
Además, cada paso debe darse con lentitud y coincidir con el ritmo de la respiración. Sólo de ese modo puede considerarse una técnica de meditativa. En cuanto a la manera de caminar, siempre se comienza con el pie derecho y el recorrido suelen ser unos 20 o 30 pasos en línea recta, para luego retornar al mismo lugar.
[Lee también: La observación de la realidad: “No vemos el mundo como es, lo vemos como somos”]
También importan las manos. Según los conocedores del Kinhin, estas tienen que tener la misma postura que cuando se medita sentado, es decir: con la mano izquierda en forma de puño, sin tensiones, y la mano derecha cubriendo la anterior.
Recuerda además que la parte inferior del cuerpo es la que avanza hacia adelante, mientras que el resto debe estar quieto. La mente, por su parte, todo el tiempo debe enfocarse en la respiración, lo que permite alcanzar el nivel de relajación deseado.