Inicia la temporada de lluvias y con ella diferentes regiones son afectadas por inundaciones y estancamientos. Entre los frentes fríos, las tormentas tropicales y los retos de infraestructura a los que nos enfrentamos, los efectos de la lluvia nos hacen un llamado de atención sobre cómo estamos gestionando nuestras ciudades.
Pero la causa de estas inundaciones no reside solamente en el evento pluvial: la forma en la que hemos planeado y desarrollado nuestras ciudades es muy limitada para cubrir las necesidades de vivienda y productividad.
Por mucho tiempo los planes de infraestructura se enfocaron en acercar a la gente a los centros de trabajo para aumentar la productividad. Se favoreció la movilidad en automóvil, por ejemplo, modificando y sustituyendo el flujo de ríos y otros ecosistemas diversos por pavimento. Esto generó que el agua no pueda seguir su curso natural e infiltrarse en el suelo para recargar los acuíferos. De este modo, las grandes ciudades tuvieron que extraer agua de otros lugares para poder satisfacer ilimitadamente las necesidades de sus habitantes.
la incidencia del cambio climático
A este problema se le suma la crisis climática: el aumento de la temperatura del agua agrava los eventos extremos. Los fenómenos naturales como son las inundaciones, se vivirán con mayor intensidad y afectarán cada vez a más personas.
El cambio climático es sin duda uno de los retos más grandes y urgentes que nos toca enfrentar. Las ciudades consumen una gran proporción de la energía producida globalmente - entre un 60% y 80%. Esta energía proviene de combustibles fósiles, la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Energía que incluso se utiliza para extraer y distribuir agua de lugares cada vez más lejanos.
Los mayores peligros relacionados al cambio climático en muchas ciudades están relacionados a las precipitaciones intensas - donde las poblaciones que viven en situación de pobreza, son las más vulnerables.
¿Qué podemos hacer?
Estos efectos traen con ellos una lección: que el impacto de estos eventos dependa en gran medida en la forma en la que gestionamos el agua y desarrollamos nuestras ciudades nos indica también dónde debemos tomar acción. Son esos aspectos los que tenemos que modificar para construir ciudades resilientes con mejores condiciones de vida. Para ello resulta urgente la implementación de acciones adaptativas o preventivas.
El caso de México
Afortunadamente ya hay ciudades que dieron algunos pasos. Ciudad de México ya cuenta con un proyecto de recolección de agua pluvial y tiene metas históricas para mejorar la infraestructura en la ciudad. También está desarrollando una estrategia integral ante el cambio climático.
No hay dudas de que parte de estos avances se deben a la presencia de una sociedad organizada que exige este tipo de medidas y la voluntad política de algunas autoridades. Pero estas medidas aún no son suficientes para garantizar los derechos de toda la población al agua y a un ambiente sano. Se necesita el compromiso de todo el país para poder evitar la escasez de agua y mitigar el impacto del cambio climático de forma coordinada.
Para lograrlo se necesita que todos alcemos la voz, uniendo esfuerzos para promover acciones locales y federales, de gobiernos y corporaciones, que pongan el centro en las personas y promuevan un redireccionamiento en nuestras ciudades. Necesitamos un cambio hacia un modelo resiliente frente al cambio climático.