"Es un pequeño animal anfibio que es endémico de México, en específico del lago sobre el que hoy se encuentra una de las ciudades más grandes del mundo. Su pequeño y peculiar rostro lo ha humanizado al grado que mirarlo es como observar a alguien similar a nosotros, a un extraño ser que pudo ser humano, pero tal vez sabía las tragedias que viviría como persona y prefirió quedarse en el agua, donde, tal vez, sería un poco más feliz."
Así es el ajolote, o āxōlōtl según el náhuatl, nombre que significa animal de piel lisa. Tristemente, hace sólo 20 años se estimaba que había 6 mil ejemplares del ajolote por cada kilómetro cuadrado en Xochimilco, la parte de la Ciudad de México que aún conserva su preciado lago, sin embargo, debido a la contaminación y pérdida de su hábitat, hoy se cree que sólo hay 35 ajolotes por kilómetro cuadrado.
El ajolote es un animal milenario que desde tiempos prehispánicos era importante para la cultura local. Los aztecas creían que él estaba relacionado al al dios Xólotl, hermano de Quetzalcóatl, una de las deidades más importantes del su cosmología. Sin embargo una de las características más importantes de este animal fue mencionada por Fray Bernandino de Sahagún.
Él dijo que Xólotl rehusaba la muerte, por lo que se escondió en las milpas convirtiéndose en maíz, luego fue descubierto y se escondió en un maguey y de nuevo al ser descubierto se lanzó al agua y se convirtió en un ajolote. Esto nos recuerda que el ajolote es un animal que sobrevive a la muerte y es que es famoso en todo el mundo por sus poderes regenerativos, logrando hacer crecer partes de su cuerpo si las pierde, incluso el partes del cerebro.
Aunque el animal se encuentra en peligro de extinción e incluso hay programas para salvarlo, donde es famoso y popular es en laboratorios de todo el mundo donde se estudia su genoma, 10 veces más grande que el del ser humano y se espera encontrar la cura para muchas enfermedades, pues esa característica del ajolote lo hace realmente especial.
Sólo basta leer un poco de Julio Cortázar para entender la importancia del ajolote. Su cuento “Axolotl” está basado en estas pequeñas criaturas que él dice haber observado en su paso por Francia, sin embargo, la nacionalidad del escritor hace que el vínculo entre mexicanos y argentinos crezca cuando las palabras de Cortázar se vuelven casi proféticas:
"Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces”.
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