Es clave tener comidas listas para ese momento de hambre que nos invade, pero también es clave saber diferenciar el hambre emocional del hambre real. Seguro sientas mucha hambre, ganas de comer todo el día, pero nada termina de llenarte. Eso es hambre emocional, producto de la ansiedad, ambigüedad y angustia muy común en estos días. La idea no es prohibir comer en casos de hambre emocional, sino que puedas escucharlo. Ese es un gran paso.
Los antojos se pueden deber a falta de proteína e incluso a falta de hidratación. Cuando sientas el antojo, prueba tomar un vaso de agua y ver qué te pasa. Después fíjate si hay alguna actividad que tenías pendiente y ponte el objetivo de hacerla. Quizás ya para ese momento te hayas olvidado del antojo y pase de largo. Si no te sucede, prepárate algo rico y disfrútalo.
Es importante escuchar al cuerpo y ver qué nos dice. Seguramente, si estabas acostumbrado a comer ultraprocesados o comida comprada, estos días estés haciendo un cambio. Sería buenísimo que puedas anotar y llevar un registro de lo que modificas, fijarte cómo estás durmiendo (algo que también se puede ver alterado por estos días), si estás haciendo actividad física.
Una buena idea es aprovechar este momento para volver a cocinar, organizarnos y comer rico y variado. Los desayunos y meriendas son un buen momento de encuentro, por eso acá te compartimos cinco recetas e ideas para cocinar entre todos y comer en familia.
Recuerda que no es recomendable mirar pantallas mientras comemos. No conectamos con el alimento y no aprovechamos ese momento que debería ser de conexión con nosotros mismos.