Dorothea Duisberg es alemana, tiene 106 años y sobrevivió a las dos guerras mundiales. Llegó a Pinamar, ciudad de la Costa Atlántica de Argentina en 1952 junto a su esposo Alfredo.
Seguro te preguntes por el secreto de su longevidad. Pues está íntimamente relacionado con su vida cerca del mar.
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Con el correr de los años, Dorothea fue testigo de las transformaciones que sufrió la ciudad costera. Cuando llego a Pinamar, no había edificios. Hoy, manifiesta su desagrado por los rascacielos. Tampoco le gusta que haya tantas casas, una tan pegada a la otra que se pierde la intimidad.
Ella vive a 200 metros del mar, sobre un médano rodeado de arbustos. Ha desarrollado la capacidad de saber si hay olas o no por cómo se mueven sus hojas.
Además de preocuparle la transformación de la playa que tanto ama, le resulta inquietante cómo cambia el clima. Afirma ver como cada año el verano es más corto y asegura que le estamos haciendo mucho daño a la naturaleza.
Dorothea practica golf desde los 12 años. Pero no es ese el único deporte en su vida. Desde que se mudó a la costa, no hay un solo día en el que deje de darse un chapuzón en el mar. Se baña todos los días, sin importar si llueve o hace frío. Cuando era más joven solía adentrarse varios metros en el agua. Ya no tiene la capacidad de nadar tanto, pero eso no es un impedimento.
Además, confiesa que bebe varios sorbos de agua salada. La encuentra mucho más sabrosa que el agua dulce, que le parece de lo más insípida, y afirma que esa es la cura para todas las enfermedades. Después de todo, ella no toma ningún remedio ni necesita ir al médico.
Vive sola y se comunica con sus familiares vía mail. Tiene dos hijos, cinco nietos y once bisnietos y dice que no tiene recetas ni secretos, que su mérito es "vivir y no pensar en la edad".
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