Para muchas personas, soñar, tener un deseo o una meta, son cosas iguales. Sin embargo, hay varias diferencias que es importante tener en cuenta para lograr los objetivos que uno se propone.

Sueños

Un sueño es aquello que tienes en tu mente, que proyectas desde el nivel de la imaginación, la fantasía y tu creatividad sin límites, y que seguramente podrías representar con una gran nube sobre tu cabeza, tus ojos con mirada curiosa hacia arriba y elevándose a una distancia considerable de tu cuerpo.

Soñar con aquello que se quiere lograr es muy bueno, aunque no te acerca necesariamente al resultado. Se trata de un proceso de elaboración interno más basado en la ilusión, que en la realidad. Un sueño, por lo general, se lo visualiza como algo lejano, en el largo plazo; es totalmente subjetivo, y depende de enlazarlo luego con el poder hacedor de cada persona. Como sabes, si no lo llevas a la práctica, nada ocurrirá.

​​​​​​Deseos

Más allá de aquello de “soñar despierto”, un deseo es el primer paso de una pulsión vital que te quiere impulsar a ir por aquello que anhelas. Ahora bien: solo con desearlo no alcanza. Puedes desear muchas cosas, aunque sólo la práctica y la ejecución de un plan es lo que te permitirá concretarlo.

Los deseos, además, son contagiosos: están influenciados por vivencias de otros, experiencias, lo que ves en un medio de comunicación, y también, por cierto, por esos anhelos internos muy fuertes que quisieras ver plasmados en la realidad. ¿Es un deseo la realidad? No. Hace falta mucho más que eso para cristalizarlo en algo concreto y tangible.

Metas

Prácticamente todos los sueños y deseos pueden materializarse y hacerse realidad. La realidad es la experiencia práctica de lo que vienes a aprender y vivir en este plano físico. Ahora bien, la diferencia es que necesitas plasmarlos en una meta con sus objetivos y dirección, para alcanzarlos.

Una meta es lo que te permitirá trazar un plan específico para conducir tu vida, tus pensamientos y tus impulsos de realización hacia lo que deseas concretar. Las metas necesitan ser expresadas en forma medible, concreta y tangible; a su vez, abrirla en “mini metas”, que serán las acciones que necesitarás llevar adelante; y ponerlas en una línea de tiempo para verificar el resultado.

deportista atardecer

Una clave fundamental en tu plan de metas es tener en claro el propósito por el que quieres conquistar eso que has puesto en marcha, y de qué forma lo medirás. También es fundamental hacerte cargo de los desvíos que necesariamente van a producirse, para reconducir la senda hacia los objetivos que has marcado.

Escribe tus metas; no las mantengas sólo en tu mente: necesitas vivirlas, verlas, afianzarlas, auto afirmarlas cada día. Verás como van materializándose poco a poco si eres constante. El proceso de alcanzar tus metas requiere de disciplina, persistencia y constancia, tres atributos ineludibles que sólo dependen de ti.

Ahora ya lo sabes: soñar y desear está muy bien; aunque mucho mejor es tener metas, con sus objetivos y el plan para ir haciéndolo realidad día a día.