Es un hecho que la inmensa mayoría de las personas dice que quiere obtener sus objetivos, aunque no los pone en acción. Es así como abren un peligroso círculo vicioso donde, al no obtenerlo, se frustran, decepcionan, se victimizan culpando a los demás, y no asumen su responsabilidad.
También, siempre en el terreno de las hipótesis, es factible que una persona sí se mueva y accione para obtener lo que quiere, y no lo logra: forma parte de la ley de probabilidades. Sin embargo, cuando estás comprometido de verdad, con determinación interna, fortaleza y perseverancia, tienes muy pocas chances de que los objetivos no se alcancen.
Sucede que en aquello que piensas te conviertes, y esa energía potenciada con la prepotencia del hacer y mantenerte en movimiento, irá abriendo el camino para conquistar tu éxito, cualquiera sea de lo que se trate.
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Hace un tiempo estaba compartiendo una conferencia en un gran congreso de Ingeniería Industrial en la ciudad de Rosario, Argentina. El público era de cuatrocientos jóvenes encuadrados dentro de lo que se caracteriza como la generación millenial. El promedio de edad era de 24 años, en una carrera de ciencias exactas caracterizada por lo duro.
Como final de la presentación realicé una dinámica para permitir distribuir entre los presentes algunos libros que había llevado como obsequio. Esa dinámica está diseñada para que solo quienes reciban un mensaje con una marca específica, sean los ganadores. Esta vez serían cinco personas (cinco libros).
Ni bien se lanza la consigna, y cuando anuncio que hay algunos mensajes que les llegaron que tienen una marca especial y que esos son los ganadores, Joaquín (sentado en la primera fila con varios colegas; un tipo de los que hacen muchas preguntas y siguen con atención la presentación), se abalanza y me dice “Yo quiero un libro… pero no tengo la marca en mi mensaje”.
Un minuto después, los ganadores se acercan a recibir su obsequio. “Milagrosamente” eran cuatro personas (no cinco como se había previsto). ¿Dónde quedó aquel quinto mensaje marcado? De inmediato llamé a Joaquín, que seguía atentamente el suceso, y le entregué su libro. Justo de una temática sobre la que me había consultado en el pasillo antes de empezar la conferencia.
Te preguntarás dónde quedó aquel quinto mensaje: “¡Mira, Daniel: en el techo!” El papel se había incrustado, vaya a saber cómo, en un techo de unos seis metros de altura en el imponente auditorio; y era justo el que tenía aquella quinta marca.
Joaquín tenía la intención clara y por eso logró su resultado. Eso mismo le dije dándole un abrazo. Aunque parezca una gran “casualidad”, no existen cuestiones probabilísticas de que un papel pueda volar por sí solo o por un impulso básico como arrojarlo, a seis metros de altura ¡y quedar metido entre el techo! Joaquín lo hizo.
La intención es más que un sueño
Cuando una persona anhela algo con total claridad, convicción, entusiasmo y se mueve en consecuencia, no hay espacio para las casualidades. Sí es posible que se concatenen una serie de episodios positivos que, a la vez, atraerán otros del mismo tipo, y que ayuden a que te dirijas más rápidamente a aquello que es tu intención.
Ahora bien: la intención no es un sueño. Es más bien una energía interna provocando la acción. Y justamente porque la mayoría piensa que basta con tener un sueño para alcanzarlo, es que se frustran porque eso no llega.
Un sueño es un ideal, una fantasía, y es altamente recomendable seguir sosteniéndolos. Mejor aún es bajar ese sueño a una meta concreta, tangible, específica, con un tiempo límite y un plan de acción para ponerte en marcha. Todo, bajo el paraguas de la intención clara enfocado en el resultado que quieres lograr.
5 formas consejos para que tu intención se transforme en un resultado
1. Mantente en movimiento
El impulso hacedor en positivo y hacia adelante y arriba es necesario que lo sostengas todo el tiempo. La meta son tus objetivos. Debes vencer la pereza, la indisciplina, la procrastinación, y dedicarte en cuerpo, mente y alma a concretar eso que tanto dices que quieres.
2. Establece planes alternativos
La vida tiene sus vueltas, y quizás en algún momento la forma en que quieres ver manifestado tu objetivo se empecina en torcerse. Es allí cuando conviene aplicar la estrategia de tener un plan A, B y C. Cada uno será levemente distinto; lo que buscarás es desarrollar tu flexibilidad adaptativa. En cualquiera de los casos, será igualmente satisfactorio para ti porque los objetivos básicos estarían cubiertos. Para diseñar esta estrategia necesitas planificarla en detalle.
3. Estimula tus emociones positivas
La gestión emocional es la forma interna en que buscarás mantenerte enfocado y determinado para alcanzar tu intención clara. Para lograrlo, haz tu trabajo de auto conocimiento para enfocarte cada vez en más emociones positivas. Esa vibración traerá como resultado un mayor nivel y cantidad de experiencias favorables. La mayoría de la gente piensa en negativo el 90% de su tiempo… y ya conoces su resultado.
4. Establece las metas por escrito
Los indicadores formales son sumamente importantes en el proceso de conseguir resultados. Las personas que acumulan muchas “buenas intenciones” en la cabeza suelen dejar pasar por alto detalles que son significativos para la obtención de lo que quieren. Por eso es que necesitas elaborar tu plan de metas con todo detalle, dividirlo en pequeños pasos y asegurarte de haber completado cada uno antes de pasar al siguiente.
5. Planifica el proceso completo
Dentro de la planificación es importante que determines el comienzo y el final, el plazo, la cantidad de horas diarias de lunes a domingo que le vas a dedicar a tu intención transformada en objetivos, y los recursos que vas a necesitar. Es una línea de tiempo llena de acciones.
El paso a paso basado en tu intención interior es lo que te mostrará cómo se van dando los parciales que observarás; podrás ajustarlos, adecuarlos a la realidad del momento. Aalgo fundamental: colócate en la posición de aprender todo el tiempo, incluso si las cosas no resultan exactamente igual a tu línea de intención. Y solo esto, en esencia, es todo capital ganado para ti.
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