La complejidad de las relaciones internacionales y la interconexión de los problemas modernos hacen que el riesgo de conflicto sea siempre presente. Estas son las 10 principales causas por las que podría desatarse una Nueva Guerra Mundial.

1. Rivalidad entre Superpotencias

Las tensiones entre superpotencias como Estados Unidos, China y Rusia están en su punto más alto desde la Guerra Fría. La competencia por la supremacía económica y militar puede escalar rápidamente en un conflicto abierto. Imagina que dos vecinos ricos deciden que ambos necesitan tener el jardín más grande y las peleas que eso podría generar; ahora imagina eso a escala global, con armas nucleares de por medio.

2. Conflictos por Recursos Naturales

El agua, el petróleo y los minerales son cada vez más escasos, y su control se vuelve un punto de fricción. En regiones como el Ártico, donde los recursos no explotados son abundantes, las disputas territoriales podrían llevar a enfrentamientos. La historia nos ha mostrado que, cuando la supervivencia está en juego, las naciones están dispuestas a ir a la guerra para asegurar sus suministros.

3. Proliferación Nuclear

La expansión del arsenal nuclear en países inestables puede aumentar el riesgo de una guerra mundial. Países como Corea del Norte y potencialmente Irán están desarrollando capacidades nucleares que podrían desestabilizar el equilibrio de poder. Un pequeño error de cálculo o un acto de desesperación podría desencadenar una reacción en cadena devastadora.

4. Terrorismo Internacional

Las organizaciones terroristas con acceso a tecnologías avanzadas y armas químicas o biológicas representan una amenaza constante. Un ataque terrorista significativo contra una superpotencia o sus aliados podría llevar a una respuesta militar desproporcionada, arrastrando a varias naciones a un conflicto.

5. Ciberataques Masivos

En nuestra era digital, los ciberataques pueden paralizar infraestructuras críticas como redes eléctricas, sistemas financieros y comunicaciones. Un ciberataque a gran escala podría ser interpretado como un acto de guerra, provocando represalias militares. La falta de normas claras en el ciberespacio es un terreno fértil para malentendidos y escaladas.

6. Nacionalismo y Populismo

El resurgimiento del nacionalismo y el populismo en varios países ha llevado a políticas exteriores agresivas y a un aumento de las tensiones internacionales. Líderes que buscan consolidar su poder a menudo recurren a la retórica belicista y a acciones provocativas que pueden desencadenar conflictos. La historia ha demostrado que el chauvinismo nacionalista puede ser el preludio de guerras devastadoras.

7. Cambios Climáticos y Desastres Naturales

El cambio climático no solo afecta el medio ambiente, sino que también puede desencadenar conflictos por la migración masiva y la escasez de recursos. Países afectados por sequías extremas, inundaciones y otros desastres naturales podrían verse forzados a migrar, causando tensiones con las naciones receptoras y potencialmente desencadenando conflictos armados.

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Los eventos extremos se están agudizando por efecto del cambio climático. Foto: Gonzalo Varillas.

8. Disputas Territoriales

Las disputas territoriales, como las reclamaciones en el Mar de China Meridional, son puntos de inflamación que pueden convertirse en conflictos a gran escala. La militarización de estas zonas y las frecuentes confrontaciones entre fuerzas navales aumentan el riesgo de incidentes que pueden escalar rápidamente. Un simple choque de barcos podría ser el chispazo que encienda la mecha de un conflicto mayor.

9. Alianzas Militares y Tratados

Las alianzas militares, si bien están diseñadas para disuadir conflictos, pueden también arrastrar a múltiples países a la guerra si uno de sus miembros es atacado. Los tratados de defensa mutua significan que un conflicto regional puede convertirse en global en un abrir y cerrar de ojos. El sistema de alianzas fue una de las causas principales de la Primera Guerra Mundial y sigue siendo un riesgo latente.

10. Crisis Económicas Severas

Las crisis económicas severas pueden llevar a la desestabilización política y social, lo que a su vez puede resultar en conflictos armados. Cuando las economías colapsan, los gobiernos buscan a menudo distracciones externas para unir a sus poblaciones y desviar la atención de los problemas internos. Un ejemplo clásico es cómo la Gran Depresión contribuyó al ascenso del fascismo y la Segunda Guerra Mundial.

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