A lo largo de los años, muchas mujeres han luchado para obtener derechos que le eran negados a su género. Gracias a esas luchas, hoy en día la mujer puede votar, trabajar e incluso gobernar.
Lamentablemente, sigue siendo el género “minoritario” en la toma de decisiones, aunque se trate de la mitad de la población. Y a pesar de tantas luchas, el derecho todavía no es igual para mujeres que para hombres.
El gran cambio, como siempre, es cultural. Que poco a poco, mujeres y hombres comprendan que el feminismo tiene que ver con la igualdad de derechos.
Actualmente, la nueva ola del feminismo, ayudada por los nuevos medios de comunicación, ha logrado grandes cambios culturales. Y uno de ellos se da dentro de las relaciones de pareja, especialmente las heterosexuales.
Pasamos de la idea de que la mujer debía ser la mucama del hombre y la madre ejemplar a comprender que una pareja es de a dos, en igualdad de condiciones. Todavía hay muchas mujeres en relaciones de sometimiento, pero por suerte, poco a poco empiezan a decir “¡Basta!”.
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Estas son algunas cosas que las mujeres ya no aguantan en una relación:
1. Ser controladas
“No te vistas así”, “deberías cuidar mejor tu dinero”, “no me gusta que te veas con esa gente”, son algunas frases que utilizan las parejas controladoras.
Todavía hay hombres que se creen con derecho a decidir sobre la mujer: cómo debe vestirse, a dónde pueden salir y a dónde no, qué pueden o no hacer con su dinero.
No se trata de debatir ciertas decisiones en pareja, lo que está muy bien y es muy sano. Se trata de hombres que necesitan imponer su punto de vista sin importar lo que su mujer desee. Hoy más que nunca, comprendemos que eso se llama violencia.
Las mujeres no queremos que un hombre nos controle. Tomamos nuestras propias decisiones, y tenemos las herramientas para hacerlo. Así que al primer intento de un hombre por decirte cómo debes vivir tu vida, deberías alejarte.
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2. Que no se hagan cargo de sus tareas domésticas
La mujer ha logrado insertarse en la Universidad y en el mercado laboral, incluso a pesar de las desigualdades que hay en muchos campos. Sin embargo, no importa cuántas horas trabaje al día: las tareas domésticas siguen siendo su responsabilidad.
Es entendible: en general, no se educa a los niños varones para que aprendan sobre limpiar la casa, mientras que a las niñas sí. Además, ellas tienen el ejemplo materno, casi siempre abocado a las tareas domésticas, que han incorporado sin siquiera notarlo.
Pero poco a poco, las mujeres están empezando a comprender que en una casa en la que viven dos, la responsabilidad es de dos. Sencillo. Y no van a tolerar tener que hacerse cargo de todo.
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3. Que hablen en su lugar
Si alguien le hace una pregunta a una mujer, y su pareja responde por ella, sin duda ahí hay algo mal. Las mujeres tenemos nuestra propia voz, pensamiento propio, y eso no tiene que coincidir 100% con el de nuestras parejas.
Por eso, es importante que poco a poco se elimine esa idea de que el hombre tiene derecho a hablar en nombre de la mujer. La mujer habla en nombre suyo y punto.
Reconocer la voz femenina como voz propia es uno de los desafíos que poco a poco se van concretando.
4. La agresión
Finalmente, las mujeres del mundo poco a poco se están plantando en contra de uno de los principales problemas de género: la violencia doméstica. Hoy, cada vez son más las mujeres que la descubren a tiempo y se alejan. Son cada vez más las que denuncian.
Lamentablemente, aún no alcanza para que dejen de morir mujeres a manos de sus maridos. Porque todavía muchas lo naturalizan, lo consideran normal, creen que es su culpa.
Sobre todo cuando la agresión es más verbal que física, parece que no tiene importancia. Pero siempre la tiene. Por eso, cualquier forma de violencia dentro de la pareja debe ser denunciada.
Como mínimo, es importante recurrir a la familia y los amigos en busca de ayuda.
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