Por Carlos Samayoa
Desde hace milenios, nuestros anhelos y deseos se inclinan a lograr ese fin último que conocemos como felicidad. Nuestra lista personal puede incluir aspectos básicos como amor, un trabajo estable, estudios, un lugar dónde vivir, recreación, entre muchos otros. Sin duda alguna, el escenario en el que nuestras vidas siguen su curso también juega un papel esencial en lograr un bienestar. Ese escenario es con mayor frecuencia la ciudad en la que vivimos.
Se espera que durante las próximas décadas casi tres cuartas partes de la población del mundo viva en ciudades. El reto que tenemos ahora es lograr que esos espacios sean “vivibles”. Es decir, que ofrezcan condiciones donde hacer nuestras actividades sin estrés y respetando nuestro entorno ambiental.
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Para lograrlo, las ciudades deben transformarse
Actualmente, las principales necesidades de las ciudades son energía, alimentos y agua. Es imposible concebir el desarrollo de una ciudad y el bienestar de sus habitantes sin esos elementos básicos. La forma en que satisfacemos esas necesidades es determinante para el planeta y para nuestras propias vidas.
En el caso de la energía, la mayor parte se emplea para transportarnos. Por eso es que pasar del uso de combustibles a formas más limpias de transporte es un objetivo indispensable. Algunos países del mundo ya están probando modelos de ciudad de 15 minutos con traslados en bicicleta o a pie como parte de un modelo de ciudad vivible.
Simplificar la movilidad mediante alternativas como la bicicleta o un transporte público de primera calidad, puede ayudarnos a reducir la contaminación y a tener un mejor balance de vida al disponer de más tiempo, el cual muchas veces empleamos en medio del tráfico.
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Si bien, el teletrabajo acortó las necesidades de traslado de muchas personas, en este contexto será también necesario tener más alternativas de consumo responsable y sustentable cercanas al lugar en que vivimos. Muchos de los alimentos que consumimos provienen de lugares de origen lejanos y se elaboran mediante métodos no sustentables. Generar alternativas de producción y abastecimiento local son un paso necesario para reducir nuestra huella de carbono.
Lograr una ciudad vivible implica también el acceso regular al agua potable para todos sus habitantes. Este es un reto que nos coloca en la necesidad de hacer un esfuerzo colectivo para moderar nuestro consumo, pero también para conocer cuáles son los problemas de nuestra localidad e involucrarnos en sus soluciones. En muchas ocaciones hay agua para todos, pero desafortunadamente está distribuida de manera inequitativa.
En este momento, Greenpeace trabaja en proponer y apoyar estas soluciones que pueden verdaderamente ser el camino a lograr espacios urbanos más humanos, más incluyentes y más amigables con el medio ambiente.