La culpa es un sentimiento que afecta a todo tipo de personas, produciendo un enorme malestar, e impactando en sus decisiones, relaciones y el equilibrio emocional. Como actúa en distintos niveles, se alimenta de la forma en que fuimos educados, los contextos sociales en los que estamos inmersos y la estructura psicológica de cada persona.

Por su complejidad, el trabajo para elaborar la culpa y superarla es tarea de los profesionales de la salud mental. En este artículo comparto recursos basados en mi propia experiencia, ya que se trata de un sentir complejo y que dispara múltiples factores interiores.

Cada emoción tiene un fin adaptativo en las personas: de esta forma, se puede producir una toma de consciencia a partir del motivo de la culpa; y, como he aprendido a lo largo de mis años de trabajo de introspección y de entrenamiento, también es necesario elaborar el juicio hacia mí mismo que surge a partir de la culpabilidad que se siente.

Ahora bien: existe un tipo de culpa que no es adaptativa, y es la que produce desórdenes que alteran el funcionamiento equilibrado en las personas.

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Algunos orígenes de la culpa

Por lo general asociamos culpa con culpabilidad y culpable; por ejemplo, en el mundo legal esto aparece claramente tipificado: alguien comete un hecho, puede sentir o no culpa, y la justicia determina su culpabilidad de ese culpable de su acción.

¿Pero qué sucede fuera de ese ámbito, cuando cualquiera de nosotros siente culpa? Aquí influyen aspectos que atraviesan la totalidad del ser, ya que involucran la autoestima, los diálogos rumiantes -lo que me digo por dentro-, los pensamientos negativos, el miedo, la justificación y excusas, y la auto censura, por ejemplo.

Por esto es por lo que una persona que carga con el sentimiento de culpa puede observar cómo su vida está desbalanceada y le resulta difícil encontrar paz interior y equilibrio.

¿Qué es la culpa?

La culpa es un sentimiento asociado a emociones poco contributivas, como la angustia, la impotencia, el remordimiento, pensamientos obsesivos sobre algo o alguien, entre muchos aspectos.

Se puede sentir de acuerdo con un marco temporal:

  • Un hecho del pasado: algo que la persona hizo o no hizo.
  • Un hecho del presente: algo que está o no está haciendo.
  • Un hecho del futuro: algo que la persona va a hacer o no hacer.
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¿Cómo funciona la culpa?

El eje de la culpa se basa en un hecho concreto (o el no producir ese hecho):

  • La persona auto genera un juicio moral interno sobre la conducta, luego, emite un dictamen sobre lo que siente que es un error, y por eso concluye que merece ser castigada, a través de las emociones no contributivas que siente.

El concepto de juicio moral implica las normas, valores y conductas que vienen construidas desde la infancia a través de la familia, la educación, la religión y muchos otros factores de convivencia social; y que, de acuerdo con la medida de cada persona, le permiten diferenciar dentro de sí lo que está “bien” y lo que está “mal”, a su criterio.

Si una persona es hábil y equilibrada en su discernimiento interno, tiene bien establecidos estos límites, y por eso puede disminuir su sentimiento de culpa en muchas situaciones.

En cambio, las personalidades con mentalidad rígida es posible que sientan que pasan más frecuentemente los límites internos, y por esa “transgresión” irrumpirá la culpa.

Es decir que en el proceso de la culpa hay una figura que predomina y es el juez interno, que, cual tirano, dicta las normas y reparte los castigos. Todo dentro de la propia estructura psicológica.

Factores que intervienen en la culpa

Como puedes observar, la culpa es un sentimiento complejo, en cuya elaboración interior influyen múltiples aspectos, por ejemplo:

  • La causa, que puede ser real o imaginaria.
  • La auto valoración negativa de un hecho por parte de la persona que lo genera.
  • La percepción, que por lo general puede ser distorsionada.
  • La emoción negativa que produce remordimiento.
  • La interpretación que se hace del hecho que se ha o no se ha cometido.
  • Los juicios sobre los actos, que generan pensamientos internos cargados de sentimientos de culpa, y producen cadenas de creencias negativas e ideas que no contribuyen al bienestar.

De esto surge que la culpa es un proceso subjetivo, ya que depende directamente de la interpretación y de la ponderación y valoración, sin que necesariamente tengan una base real de sustento.

Por eso generalmente se puede sentir vergüenza, preocupación en exceso, pensamientos rumiantes permanentes y hasta obsesivos sobre ese sentimiento de culpa, que impiden que la persona viva plenamente, en paz y equilibrio.


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6 claves para afrontar la culpa

En base a lo que he experimentado, comparto estas ideas para reflexionar sobre el sentimiento de culpa. Recuerda siempre buscar ayuda en un terapeuta profesional.

1. Detecta el origen de la culpa.

Busca ser un detective de tu mundo emocional y captar la esencia de lo que sientes. ¿Dónde se origina? ¿Hay un hecho en particular o son interpretaciones subjetivas? ¿Hubo algo a propósito que has hecho?

2. Asume los errores.

Somos seres humanos y no estamos diseñados para la perfección: apenas podemos aspirar a la excelencia. El colocarte en la postura de aceptar los fallos, la torpeza con que actuamos a veces, los errores frente a otras personas y a nosotros, abre la posibilidad de aprender sobre la experiencia y capitalizarla como herramienta hacia el futuro.

3. Expresar el arrepentimiento.

Quizás sea una de las partes más desafiantes la de manifestar y poner en palabras lo que sientes, pedir disculpas, un perdón con honestidad y franqueza, asumiendo y entendiendo que quizás las otras personas puedan no interpretarlo de la misma forma.

4. Saber que hay hechos que son muy difíciles de perdonar.

Hay situaciones graves que cometen las personas de las que es muy difícil obtener el perdón; incluso internamente, hacia uno mismo. En estos casos, el proceso consiste en lograr atravesar la culpa para que sea lo menos inhabilitante posible para seguir adelante. Será una carga, aunque es posible disminuir en algo el peso que tiene.

5. Reparar el daño.

Siempre que sea factible, ratificar con conductas claras y concretas la disposición para pedir perdón por el daño producido y tomar acciones correctivas sobre eso. Aquí son claves el cumplimiento irrestricto de tu promesa y la consistencia y determinación de que no volverá a suceder.

6. Hazte responsable.

El sentimiento de culpa sólo se puede elaborar internamente si te haces responsable de tus actos al 100%. No es solamente un pensamiento o idea mental, sino que debe ir acompañado de acciones concretas. Responsabilidad es la habilidad para responder (respons-habilidad) ante lo que se ha producido; por eso necesitas ser muy firme contigo para asumir esta conducta madura de hacerte cargo por todas y cada una de las consecuencias de tus actos, te gusten o no.

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Acaso la culpa sea uno de los sentimientos más limitantes de los seres humanos. Lo que también es cierto es que una vez que lo trabajes y elabores de la mejor forma posible, podrás aliviar su peso y empezar a recorrer un camino de mayor autenticidad interna, que te llevará, directamente, a una mayor libertad.