Vamos a comentar la increíble historia del hombre que busca al último nómada de una tribu remota del Amazonas. Lleva toda su vida en la selva, buscando a la tribu de los piripkura, aborígenes errabundos que se mueven por muchos lugares.

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La tribu de los piripkura

La palabra piripkura significa “los hombres mariposa”. ¿Por qué se llaman así? Es un nombre endosado por otras tribus de la selva. Así designaba a unas personas que huían del contacto humano, que se esfumaban “como una mariposa”.

Las narraciones de la selva cuentan que los piripkura nunca estaban en un sitio. Solo se detenían para dormir, comer y descansar. Creían que, cada día, debían caminar y caminar. Es la manera en que lograban eludir a sus enemigos.

Otros pueblos selváticos, eran guerreros. Peleaban por su territorio. En cambio, los piripkura siempre se marchaban. Consideran que la manera de no tener enemigos, es moviéndose, se vive en paz cuando se es nómada y no se discute por pertenencias o terrenos.

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Jair con los piripkuras. Fuente: La Nación

Jair Candor: en busca del último piripkura

Este hombre lleva toda su existencia en la selva. Actualmente, trabaja con una institución brasileña que protege a los indígenas. Pero, su vida es una historia fascinante, tan fascinante como ese pueblo de los piripkura a lo que busca por la selva.

La familia de Jair Candor se mudó al Amazonas cuando él solo tenía seis años. Su padre deseaba tener una plantación de café, pero todo salió mal. Luego de tres años en la selva, su madre murió y progenitor vendió todas sus tierras.

Eran los años 70. Jair tenía 9 años tuvo que empezar a trabajar. Primero, plantando café en alguna hacienda. Luego, se hizo amigo de la caucheros y trabajó en el negocio del caucho. Pero, sobre todo, entendió cómo es vivir en la selva.

“Como me trataban muy bien, me pude adaptar a vivir con ellos. Fue entonces cuando comencé a entender y aprender cómo sobrevivir en el Amazonas. Aprendí a cazar. Aprendí a pescar”, ha dicho Jair en una reciente entrevista.

Y entonces, tuvo contacto con los indígenas

Ellos le enseñaron muchas cosas, como por ejemplo a saber cuando llovería o a detectar pirañas en los ríos. Había muchas tribus, pero en cierta ocasión de topó con unos indígenas errantes. Era su primer encuentro con los piripkura.

¿Quiénes eran los piripkura? Eran misteriosos y elusivos. Tan solo estaban de paso, siempre de paso. Jamás se quedaban. Tenían una rara forma de pensar: no se consideraban dueños de nada, no le ponían nombre a los lugares… ya que eso implicaba tomar posesión de los sitios.

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Tamandua y Pakyi en un documental de 2017. Solo sobrevive Tamandua. Fuente: La Nación

Tamandua, el final de una herencia andante

En 1988, Jair y algunos hombres emprendieron una ruta por el estado de Mato Grosso. Buscaban a los piripkura. Se sabía que antes los había por cientos, ahora solo restaban algunos pocos. Lleva décadas repitiendo esta experiencia.

¿Cómo hace la búsqueda? Pues, siguiendo rastros: ramas rotas, fogatas, indicios de gente que camina de un lado a otro. En esos periplos, se topó con Tamandua, un integrante de los piripkura que ahora lo acompaña en sus búsquedas antropológicas.

Encontró a Tamandua a finales de los años 80, con un grupo de piripkuras. No fue sencillo acercarse, ya que casi todos huyeron al verlos. Pero, lograron charlar. En ese entonces, Tamandua era un jovencito, el más joven de su grupo.

De aquel grupo de piripkuras, hoy solo queda Tamandua. Los demás murieron. Son gente pequeña, de tan solo 1.4 metros de altura. No tienen inmunidad a las enfermedades, por lo que una simple gripe puede matarlos.

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¿Qué edad tiene ahora Jair Candor? 63 años y sigue buscando. Lo acompaña Tamandua, quien parece ser el ultimo de los piripkuras. Desde hace más de una décadas, no se han localizado más integrantes de esta etnia.

Fuente: La Nación.