El ego puede ser un arma de doble filo en una relación. A veces puede despertarnos interés o admiración en otra persona, pero también puede generar rechazo. Es que el ego, ese "yo, yo, yo", puede hacer que alguien no acepte ninguna crítica, se crea el centro del mundo, le cueste empatizar con el otro, siempre quiera "tener razón", hable constantemente de sí mismo, y muchas otras cosas que bloquean la construcción de una relación sana.
Cuando una persona se vincula desde su ego, hay miedo detrás de sus acciones. Miedo al rechazo, a dejar de ser amado, a fracasar. Y toda relación que se basa en el miedo desgasta el amor.
Por eso, si sientes que hay algo de esto que te está pasando a ti o alguien a quien quieres mucho, conoce las formas en las que el ego puede terminar con una relación para poder evitarlas y así darle paso al amor.
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1. Excesiva defensa: tomarse todo personal
Si tú o tu pareja reciben todo comentario como una crítica hacia su persona, o reaccionan de forma defensiva aún cuando lo que sucede no los tiene como el centro de la escena, el ego está haciendo de las suyas. En estos casos, las inseguridades personales pueden tener mucho que ver, ya que al sentirse constantemente juzgados por sí mismos, es muy probable que cada cosa sea tomada como personal.
Desde un lugar más sano, las conversaciones y los comentarios se comprenden como lo que el otro piensa, que no necesariamente tiene que coincidir con lo que piensa su pareja. Cuando se entiende que cada cual tiene su mundo, su cristal desde el que observa la vida, entonces pueden tomarse como una opinión más, y no una bomba de la que hay que correr para salvarse.
2. Falta de empatía: no poder ponerse en el lugar del otro
Si una persona está relacionándose desde su ego, el mundo es solo el que ve y no hay lugar para otras formas de comprenderlo. Eso implica que se cree aunque no lo asuma, claro) el centro del mundo, alrededor del cual todo debe girar. No poder ponerse en el lugar del otro, no escuchar, intentar que piense o sienta como esa persona cree que "es lo correcto", no tener en cuenta o respetar sus diferencias, es una traba del ego.
En una relación sana cada persona tiene su mundo interior, pero pueden compartir, entender y respetar las visiones del otro, sin aislarse ni querer que la pareja sea como uno.
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3. Miedo: deseo de retener y controlar al otro
Como dijimos antes, el miedo es un revés del ego. Parejas controladoras, manipuladoras, personas que se victimizan constantemente, pueden ser formas en que el ego se hace presente y complica todo.
Si lo que se busca es retener, controlar, poseer al otro, entonces hay mucho miedo, inseguridad o heridas por detrás que no están sanadas del todo.
Recuerda: nadie, absolutamente nadie, es perfecto. Todos lidiamos con nuestro ego en mayor o menor medida. Todos necesitamos trabajarlo, y fortalecer su opuesto: el amor propio.
En una relación es muy común que aparezca, lo importante es que puedas registrarlo e intentar que no se interponga en lo que realmente te importa, que es el amor que buscas construir y alimentar.
¿Conoces a alguien que está en una relación con estas características? Comparte este artículo.
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