Por Daniel Colombo
Excepto que tengas la disciplina incorporada de meditar, mindfulness, taichi, yoga o similares, es posible que te encuentres en muchos momentos con los pensamientos dando vuelta en tu mente.
Pensamientos a la velocidad de un torbellino. O a veces, de un tornado imparable que nos agota y no nos permite vivir en calma.
Entonces, ¿Por qué pensamos tan rápido y lo consideramos como una cualidad destacada? Básicamente, porque se lo ha relacionado con el coeficiente intelectual: cuánto más rápido respondas, mejor. Cuánto más veloz actúes, supuestamente llegas antes; y así sucesivamente.
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Los beneficios de pensar lento
El pensar más despacio te ayudará, entre otras cosas, a:
- Bajar la ansiedad
- Priorizar lo importante por sobre lo urgente
- Encontrar un sistema de procesamiento de la mente que aproveche todos sus recursos
- Dejar de desperdiciar energía mental por ponerla a toda velocidad.
- Sensación de mayor auto-consciencia, dominio personal y serenidad.
Las 3 técnicas que diseñé y utilizo diariamente frente al pensamiento frenético
Aquí te comparto mis 3 técnicas favoritas que creé para lograr PENSAR MÁS DESPACIO, cada vez que tengo PENSAMIENTOS HIGH SPEED:
Técnica N° 1: Visualiza el pensamiento en cámara lenta.
Como si fuese una imagen de video de alta velocidad, lo que harás con tu mente creativa es disminuirle la velocidad, hasta verlo casi cuadro por cuadro, secuencia a secuencia. Se trata de lentificarlos al máximo.
Resultado: observarás los detalles, te detendrás en aspectos no considerados anteriormente, y tendrás más claridad para decidir cómo actuar.
Técnica N° 2: Dibuja un cuadrante
Cuando tengas los pensamientos a 250 kilómetros por hora en tu mente, toma una hoja en blanco, dibuja una cruz, y tendrás cuatro espacios, que llamaremos 1, 2, 3 y 4 en una secuencia como las agujas del reloj.
Toma una respiración profunda, mientras te enfocas en ralentizar tus pensamientos y al mismo tiempo, los divides en 4 partes.
Escribe o dibuja en cada cuadrante un concepto, unas pocas palabras que lo representen.
El bajar a papel hace que la energía no esté solamente en tu mente, sino que fluya hacia tu mano, y se descargue en lo que trazas. Este simple acto te permite ordenar la idea en una secuencia de tan sólo 4 pasos, y no el borbotón de cosas que inundaban tu mente. Pruébalo.
Técnica N° 3: Los 3 círculos concéntricos
En este caso, toma 3 colores distintos, y dibuja tres círculos: uno grande que contendrá los otros dos, cada uno con líneas de distinto color.
A continuación, como si fuese a través de un efecto especial, cierra los ojos y visualiza, tus pensamientos dando vueltas, y haciéndose cada vez más lentos en tu mente.
Empiezan a toda velocidad, abrumadoramente rápido (es posible que hasta puedas sentir una especie de zumbido en tus oídos), y le bajas la velocidad al mínimo. Tú tienes el control, la palanca de aminorar la marcha, hasta detenerlos.
Escribe en el círculo central el eje, lo principal del pensamiento y la información que trae (por ejemplo, una acción, una decisión, un aprendizaje, un bucle mental); en el que sigue, escribe la emoción que te produce ese núcleo del pensamiento; y en el círculo exterior, una forma de actuar, o una reflexión; lo que sea que convenga hacer una vez que lo has identificado. Incluso puede ser “descartar este pensamiento” (y lo eliminas de tu mente). Esto no sería tan sencillo si el pensamiento está a toda velocidad.
El tomar consciencia de cuál es el núcleo del torbellino de pensamientos, conectarlo con una emoción, y luego una acción o un resultado, te ayuda a enmarcar el vértigo de tu mente, regular la velocidad, y aminorar la sensación de inmediatez que te dominaba antes.
Estas técnicas funcionan si las practicas en forma continua; adáptalas a tu estilo y personalidad, y pronto verás cómo empezarás a dominar de mejor forma los pensamientos rápidos, y obtendrás las ventajas de pensar más lento.
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