Lo cierto es que, tanto a nivel personal, como profesional, y también los equipos en las empresas, resulta estratégico poder planificar el plan de metas, que te permitirá:
- Enfocarse en lo esencial
- Clarificar múltiples aspectos y marcar un rumbo del proceso
- Destinar recursos externos e internos apropiados
- Ratificar el camino, midiendo los resultados
- Ser más objetivos respecto al logro
Muchas empresas, emprendedores y personas se niegan recurrentemente a hacer una planificación de metas, en parte por desconocimiento, y también, por pereza. Victimizados tras frases como “me gusta que la vida me sorprenda”, “Lo que tiene que ser, será” y “sé lo que quiero, no hace falta planearlo”, se excusan en la imposibilidad de hacer de sus objetivos un proceso más dinámico y asertivo.
No importa si trabajas por tu cuenta en cualquier actividad, tienes un kiosco o una cadena de supermercados, o eres una empresa multinacional: la planificación de metas y objetivos te acercará más fluidamente al resultado que buscas.
Entonces, ¿por qué habrían de esquivarle a algo tan útil como planificar? Por eludir la responsabilidad que implica. Al hacerlo, se ratifica, clarifica y avala el rumbo que se desea seguir.
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Guía práctica, paso a paso
Para ayudarte a planificar metas y objetivos hay muchas metodologías; entre ellas, la técnica SMART, sigla que en español significa Específico, Medible, Alcanzable, Realista y puesto en un Tiempo determinado.
El primer paso es: Identificar el objetivo u objetivos.
Aunque esto parece que se cae de maduro, muchas personas no lo hacen, se van por las ramas distraídos en aspectos no tan trascendentes en el arranque, y se enredan en objetivos que nada tienen que ver con su fuente primaria de lo que anhelan lograr.
Por eso es que es fundamental expresarlos por escrito y siempre en positivo. Sobre este último punto la mayoría de las personas empiezan con “no quiero… (tal cosa)”, y de esa forma, impiden focalizarse en lo que realmente sí anhelan.
Segundo paso: Verificar los beneficios y los beneficiarios del objetivo.
Una vez definidos los objetivos, es necesario establecer un “mapa de intereses”, donde se volcarán, también en forma gráfica, concreta y tangible, quiénes serán los beneficiarios y con qué beneficios (de los que se están persiguiendo).
Cuando se refiere a beneficiarios, son todas las personas involucradas directa e indirectamente en el proyecto; y en cuanto a beneficios, cuál será, en forma medible, el resultado concreto que persigue esta acción.
Tercero y fundamental: Ponerle plazos.
Un aspecto donde personas y empresas hacen agua es hablar en abstracto de los objetivos, y no ponerles fechas, horarios, y formas de hacer tangible lo intangible.
Como el diseño de metas es aún incierto en el proceso de elaboración, es fundamental crear un sentido de urgencia y de consecución de las acciones que -concatenadas- ayudarán a producir el resultado.
Sólo como referencia, un proyecto corto podría ser ejecutable en 120 días corridos; uno de mediano plazo, en 180 días aproximadamente, y los demás, serían de largo plazo.
Luego, cada período se abrirá en forma semanal, quincenal, mensual, con el objetivo de hacer el seguimiento profundo necesario.
Cuarto paso: Divide tus objetivos en pequeños pasos.
Si encaras un proyecto gigante es posible que, al principio, te sientas intimidado o, al menos, con dudas respecto a su real cumplimiento. Esta percepción cambia si la apoyas dividiendo cada objetivo en otros más pequeños.
Una vez divididos, los colocarás en una planilla o formato digital, en una línea de tiempo (como el modelo “Carta Gannt”, muy usual y fácil de implementar), para ver gráficamente cómo será la consecución del paso a paso.
Quinto paso: Identificar el FODA.
Una de las formas de identificar los obstáculos para prevenirlos y atravesarlos, es plantearse una estrategia anticipada de análisis FODA (Fortalezas – Oportunidades – Debilidades – Amenazas). Si lo haces a consciencia, podrás obtener valiosa información acerca de aquellos aspectos que podrían demorar el proyecto, y, además, afianzarás los puntos fuertes.
Sexto: Establecer los recursos necesarios.
Es importante que queden en claro cuáles son los recursos necesarios para llevar adelante el proyecto. Es importante ser conscientes a la hora de plantear los presupuestos, y siempre recomiendo planificar escenarios A, B y C para alcanzar los objetivos, sin desviarse del todo de la meta original.
Séptimo paso: Desarrolla el plan de acción.
El aspecto de diseño creativo de tus objetivos y metas es entretenido y altamente inspirador. Aunque, como sabes, nada va a suceder si no lo apoyas en concreto con un plan de acción.
El plan necesita ser realista, ajustado a las posibilidades actuales, incluir todos los aspectos inherentes al proyecto, y las ayudas externas que se recibirán. También, establecer plazos y responsables de cada paso, junto con un cronograma muy preciso que combine todo lo anterior.
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Como ya has aprendido a fraccionar las tareas (como cuando partiste de un gran objetivo y luego lo has dividido en metas más pequeñas), podrás aplicar la misma técnica de apertura de datos en este diseño tan estratégico como tu plan en sí.