La propuesta puede parecer contra-intuitiva: mientras observamos y escuchamos cómo nuestro entorno se dispone a esperar un diciembre cargado de cosas, la invitación es a desacelerar el paso. Generar un espacio para hacernos preguntas que nos permitan reflexionar sobre si realmente el fin de año amerita que sea un momento de caos o, si en cambio, lo tomamos como una oportunidad para revisar algunos asuntos en los que nos vemos envueltos, producto de automatismos no cuestionados:
¿Quién dijo que debemos correr? ¿Hacia dónde estamos corriendo? ¿Cuál es el ritmo que queremos para nuestra vida, más allá de los otros?
Cuestionar los “debería” para que se transformen en faro y guía a la hora de elegir cómo realmente queremos que sean estos días para cada uno de nosotros. Más allá de la aparente vorágine externa, conectar con nuestro núcleo interno, con nuestra autenticidad, en pos de ser coherentes con la forma en que verdaderamente queremos experimentar este cierre de ciclo.
Velar por nuestra energía es cuidar la fuente primaria en la que habitan nuestros recursos internos que son el instrumento –y vehículo- para manifestar todo aquello que nos proponemos: cuánto más en contacto estemos con nuestra fuente, más disponibles estaremos, aportando claridad y calidad a nuestra vida.
Cuidarnos, priorizarnos y elegir a consciencia son los cimientos: estar a gusto con nosotros mismos primero y quedar disponibles de manera abierta, receptiva y saludable para los otros es el resultado de este trabajo.
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Te comparto algunas claves en esta tarea:
- Poner en valor la autocompasión por sobre la exigencia:
Más allá de lo que me había propuesto en relación a metas y objetivos, identificar cómo me siento y cómo llego a nivel físico y emocional a esta parte del año: conectar con mi cuerpo y con mis emociones, más allá del relato de la mente.
Atender y velar por el cuidado de estas dimensiones es recordarnos que ambas son los medios a través de los cuales es posible expresar y llevar adelante nuestras decisiones y acciones y que el fin no justifica los medios. Por el contrario, estar atentos, ser respetuosos y darnos un trato amable es sembrar tierra fértil hacia una vida sostenible en términos de bienestar:
¿Qué necesito? ¿Para qué estoy disponible?
¿Siento que cuento con la energía suficiente para concluir ese proyecto o siento que es mejor -y estaré más disponible- para hacerlo el próximo año?
¿De qué manera puedo hablarme para suavizar la exigencia que me representa no haber llegado a cumplir –x- objetivo?
Ser cuidadosos con el uso del lenguaje: elegir palabras suaves, amorosas y posibilistas con nosotros mismos para ofrecernos un trato amable, así como también para celebrar y honrar los aprendizajes del año.
- Dejar de cumplir y empezar a elegir:
Desmitificar la idea de priorizarnos como un acto egoísta comprendiendo que, sólo si atendemos nuestras necesidades primero, será posible empezar a elegir genuinamente de qué encuentros queremos formar parte, cuáles queremos generar proactivamente y de quiénes queremos estar rodeados.
Comprender que priorizarnos es justamente el puente que nos llevará a estar disponibles de una manera saludable en el encuentro con los otros:
¿En qué tipo de encuentros y conversaciones voy a invertir mi tiempo y mi energía?
¿Qué vínculos siento/creo nutren mi energía? Y cuáles, por el contrario, ¿siento que la drenan?
¿Cómo me siento de energía después de presenciar –x- actividad?
Dejar de lado el “qué dirán” o lo que puedan pensar los demás y conectarnos con cómo nos sentimos y cómo queremos transitar este mes de una manera honesta es el acto más auténtico que podemos hacer por nosotros mismos y por los demás, generando vínculos nutritivos y potenciadores con nuestro entorno.
- Cultivar prácticas conscientes:
Sostener prácticas conscientes en el tiempo es incorporar hábitos que nos permiten estar en conexión con nosotros mismos, validando y respetando nuestros procesos internos y, a su vez, tomar contacto con aquello que queremos ver manifestado en nuestra vida.
Meditar para entrar en contacto con nuestro interior y con nuestra fuente de recursos, en lugar de perdernos en la vorágine exterior; practicar mindfulness para cultivar la atención plena y poner foco en el momento presente, aportando claridad a la hora de responder y elegir en pos de lo que verdaderamente queremos dar lugar en nuestra vida; incorporar hábitos de alimentación consciente y procurar nutrirnos de manera saludable teniendo en cuenta lo que nuestro cuerpo y organismo nos requiera; descansar, respetando las horas de sueño que necesitemos; incorporar pausas y tiempos de ocio; desconectarnos de la tecnología y conectar con la naturaleza; hacer ejercicio físico y estar en movimiento; agradecer diariamente, son hábitos que resguardan y equilibran nuestra fuente vital de energía.
Que este último mes del año sea entonces la oportunidad para conectar con lo que verdaderamente queremos y que las respuestas que lleguen sean información y materia prima para tomar consciencia del flow y el propio ritmo que decidamos imprimir en estos días y, también, en el año que está pronto a comenzar.
¿Listo para empezar?