Roberto Bradford es un talentoso artista inglés que crea esculturas de tamaño real y aún más grandes de humanos y animales.
Pero lo curioso es que las elabora con artículos de plástico desechados, principalmente juguetes, y otros pedazos de plástico de colores tales como peines, cepillos, botones y pinzas de la ropa.
El colorido de sus piezas puede engañar, porque parece un arte pop efímero, pero detrás hay un mensaje: esos desechos, que hubieran acabado en el mar, podrían haber terminado en el estómago de aves y de animales acuáticos, matándolos.
De este modo, sus obras se transforman en una metáfora potente: si no hacemos algo por el planeta, habrá plástico donde ahora hay vida.
¿Qué te parecen sus obras?