El café es una de las bebidas más consumidas en todo el mundo. Sus variedades, aromas y sabores lo vuelven, para algunos fanáticos, una experiencia sensorial que varía de país a país.
Pero este café, que tiene un valor de alrededor de 68 euros por taza (o 500 dólares por kilo), no solo es costoso en relación a su precio. Detrás de él se esconde una historia de maltrato animal.
Su nombre es "café Kopi Luwak" o "café de civeta"; proviene en su mayoría de Indonesia y se produce a partir de granos de café que se obtienen de los excrementos de la civeta ("Luwak", en el idioma local), un mamífero nocturno similar a un gato que habita en los árboles de Asia y África tropical. Estos animales comen bayas de café que, producto de su digestión, son eliminadas enteras de su cuerpo.
Resulta que el café elaborado a partir de estos granos tiene, gracias al proceso gástrico-intestinal de la civeta, un sabor excepcional; el cuerpo de estos animales aprovecha la pulpa y no digiere la semilla, que expulsa entera y alterada en su composición química.
Viendo en esto una oportunidad económica con cada vez mayor demanda en el mercado, se han creado granjas de civetas donde viven en condiciones muy desfavorables. A muchos de estos animales se los captura de manera ilegal con trampas y perros de caza, se los enjaula y alimenta solo con las bayas (aunque naturalmente comerían también, por ejemplo, frutas o insectos) para producir, luego, con ellas el café y venderlo como un producto de lujo.
Al encerrarlas, se las obliga a consumir un mes los granos de café que comerían en libertad a lo largo de todo un año, excediendo incluso su capacidad de digerirlas. Esto hace que pierdan pelaje, tengan deficiencias nutricionales, modifiquen sus hábitos por el cambio en sus condiciones de vida y por la alimentación alta en cafeína, y sean más propensas a tener enfermedades. Además, al capturarlas muchas son lesionadas o sufren de estrés.
Por eso, la organización World Animal Protection lanzó una campaña para detener la venta de este café que provenga de animales enjaulados en países como Canadá, Dinamarca, Países Bajos, Suecia y Reino Unido.Gracias a esto, 13 mayoristas retiraron ese producto de su venta. Por eso, la organización también pide a los turistas que eviten el café de civeta o que escojan marcas certificadas como "libres de jaula".
Ashley Fruno, miembro de la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), señala que ésta: "Es una industria casi sin regulación. Hay poblados en Indonesia en los cuales toda la población está involucrada en la producción del café de civeta, cada familia suele tener de 10 a 20 animales enjaulados".
Además, las civetas se convierten en la atracción de turistas que quieren conocer esta particular manera de hacer café.
Según World Animal Protection, la solución para esto sería que la venta sea solo de un café de origen natural y libre de jaulas, que permita que las civetas salvajes vivan en su hábitat y las comunidades rurales pueden generar un pequeño ingreso mediante la recolección y venta de los granos de café.
¿Vale la pena realmente tanto maltrato para tomarse un café? ¿Qué opinas tú?