Caminar puede ser una molestia, una necesidad, un hábito inconsciente y en algunas ocasiones, una terapia y forma de meditación. Quienes gustan de caminar seguramente se han encontrado caminando por senderos, bosques, calles y callejones mientras exploran y absorben su realidad inmediata.

Hay quienes aprecian tanto el movimiento de sus piernas que no lo hacen como una simple actividad, lo convierten en un estilo de vida. Por eso existen muchos lugares a los que caminantes expertos viajan sólo para poder recorrerlo mientras descubren los pequeños placeres que la vida puede entregar.

Los Himalayas son una cadena montañosa en Asia que es perfecta para esto. Muchos piensan sólo en el Monte Everest, esa cumbre que llega al techo del mundo y alcanza los 8,848 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, en sus faldas y la de las montañas que la rodean es a donde asisten más de 30 mil personas al año para transformar sus vidas a través de la caminata.

Los Himalayas Cruzan Pakistan, India, Bután, Nepal y terminan en el este de China. La mayoría de los viajeros buscan llegar a Nepal, pues es el más cercano al Everest y al resto de las montañas gigantescas, además de tener una vibrante cultura budista a la que muchos se aproximan con respeto, pero al mismo tiempo una fascinación típica del viajero occidental.

Llegar a estos rincones no es barato. Se debe conseguir una visa para viajar a China y no se les debe notificar la intención de volar a Nepal, que está bajo el control chino desde hace más de 50 años, por lo que la única forma de lograr llegar es a través de una agencia de viajes, pero sin duda la experiencia vale completamente todo el martirio legal.

Viajar desde América no es sencillo, y puedes perder hasta tres días en llegar, pero al comenzar a caminar entre las montañas más grandes del mundo, conociendo culturas que pueden ser ajenas a tu forma de ver la vida, es completamente reconfortante. No es una experiencia para los que no quieren transformarse.

A pesar de que no es nada similar a quienes buscan escalar los picos más altos, caminar por las montañas puede ser agotador, sobre todo al pensar que incluso ahí se encuentran a miles de metros sobre el nivel del mar.

Sin embargo, paso a paso tu conciencia cambia. Mientras te concentras en lo que están absorbiendo tus ojos, cambias tu posición y siempre es algo nuevo. La gente, los caminos, animales, todo va quedando atrás mientras sigues una ruta que parece no tener fin. Pronto, te das cuenta que te cuesta respirar, que poner un píe delante del otro es algo que requiere toda tu concentración y esfuerzo.

Caes derrotado ante la montaña, misma que ni siquiera comenzaste a escalar y te das cuenta, sólo por un momento, que es lo más vivo que te has sentido en tu vida. No subiste a un veloz auto, no te lanzaste en paracaídas y mucho menos cerraste el negocio de tu vida. No, simplemente caminaste, y así cambió tu vida.

Fuente:

The Guardian

Telegraph