Samhaín es un festival pagano cuyo origen se remonta a una antigua tradición celta de tintes espirituales. La celebración de Samhaín varía según la región, pero se suele celebrar del día 31 de octubre al 1 de noviembre, es decir, la noche de Halloween. Y digo según la región porque por ejemplo en Escocia, esta celebración tiene lugar el día 11 de noviembre.
Aunque se cree que Halloween es una celebración estadounidense, su origen nada tiene que ver con la esencia cultural del país americano. Este festival era uno de los más importantes -sino el que más- para los antiguos celtas y tenía lugar exactamente entre el equinoccio de otoño (luz) y el solsticio de invierno (oscuridad). En él se ponía fin a la temporada de cosecha -y al verano- y se daba la bienvenida a "la mitad oscura del año”. ¿Qué quiere decir esto? Ni más ni menos que, con ello, comenzaba el año nuevo. Esta era la forma en la que los celtas lo celebraban.
En Samhaín, se creía que las barreras entre el mundo físico y el espiritual desaparecían, lo que traía consigo una mayor conexión entre los humanos y los seres de otros planos. Era tiempo de recordar y honrar a los ancestros, a aquellos familiares que de alguna forma hicieron que esta última generación estuviera viva en ese momento presente.
Como Samhaín representaba el ritual de la última cosecha, lo que hacían quienes lo festejaban era utilizar elementos de la misma. Tallaban nabos que ataban a los palos con cuerdas y luego incrustaban con carbón. Años más tarde, los irlandeses sustituirían los nabos por calabazas. Esto ya sí nos suena, ¿no?
Durante esta tradición, que inicialmente duraba tres noches, también se encendían hogueras y se practicaban rituales alrededor de las mismas.
Curiosamente, una de las prácticas más características de esta festividad era la de dejar comida en un altar para dar la bienvenida a los invitados invisibles: los antepasados. Hay quienes incluso les preparaban un plato de comida y les hacían un hueco en la mesa esa misma noche para que los citados ancestros cenasen con ellos. ¡Hasta les contaban qué había de nuevo en sus vidas!
Todo esto, dando por hecho que el espíritu de los mismos estaría presente aunque no pudieran verlo. Ciertamente, contaban con su presencia. Esto, de alguna forma, puede recordarnos a la forma en que los mejicanos celebran Halloween.
A medida que el cristianismo se afianzó en las comunidades paganas, los líderes de la iglesia intentaron transformar Samhaín en una celebración cristiana. Quien primero lo intentó fue el Papa Bonifacio, que trasladó esta festividad al día 13 de mayo y tildó la celebración de dedicación a santos y mártires.
Sin embargo, la famosa fiesta de Samhaín siguió teniendo lugar en la fecha inicial. Tras ello, fue el turno del Papa Gregorio. El mismo, en el siglo IX, cambió la fecha de la celebración a la establecida inicialmente, pero la declaró como el Día de Todos los Santos, que sería el día 1 de noviembre. Esto nos recuerda a algo actualmente, ¿no?
Los encargados de llevar esta celebración a tierras estadounidenses fueron los inmigrantes irlandeses y lo hicieron en el siglo XIX. Además, la raíz de su famoso “truco o trato”, se dice que proviene de una famosa costumbre que tenía lugar en Irlanda, los días previos a Samhaín, y que consistía en disfrazarse, ir de puerta en puerta y tocar canciones a los muertos. La única diferencia con respecto al “truco o trato” de ahora, es que entonces los trucos se les atribuían a las hadas.