Cada año, cuando el almanaque marca la fecha de las próximas vacaciones aparece la pregunta obligada: ¿Mar o montaña? Ambos son buenos destinos para relajarse, despejarse y pasarla bien. Las montañas y el río tienen beneficios que no tiene el mar y la arena, pero también las playas tienen ventajas únicas ¿Qué elegir? Desmenuzamos los pros y contras de dos destinos con muchísimos atributos y recursos.

El mar

El mar y la arena nos acerca a nuestras emociones

Cuando estamos cerca del mar nuestra mente y cuerpo experimentan emociones únicas.

Son muchos los factores que influyen en el bienestar, uno de ellos es la mejora de las articulaciones, ya que se pueden dar grandes paseos a la orilla del mar.

También ayuda a la relajación y mejora el nivel de estrés ya que la ionización negativa de la brisa hace que aumenten los niveles de serotonina (neurotransmisor encargado de los estados de estrés) y con ellos disminuya la ansiedad. Asimismo, respirar la brisa marina, con alto contenido mineral y sin casi productos contaminantes mejora la situación respiratoria de pacientes con patología crónica.

La playa, la arena, el cielo, tan al alcance de la vista, realizan un trío infalible para que el sentido del humor sea positivo. La conexión tan cercana con la naturaleza hace bien al cuerpo y al corazón. Y al estar tan ligado con lo silvestre, invita a meditar, a reencontrarse con uno mismo y a practicar yoga.

El sol es otro aliado de las vacaciones en la playa. Recargarse de vitamina D siempre es aconsejable, esta vitamina promueve la retención y absorción de calcio y fósforo, principalmente en los huesos. Con una buena protección solar, estar expuesto al sol, es beneficioso para la piel, el ánimo, las defensas la calidad del sueño.

Montaña

El aire de montaña es una terapia

Si el destino es montaña y río, la desconexión es total y eso ayuda a relajarse, a distanciarse del teléfono (por lo general suele no haber señal) y a conectarse con lo natural.

La ventaja de estar cerca de las montañas tiene repercusiones en el cuerpo. Esto no es nuevo, estar en contacto con el aire libre tiene beneficios psicológicos muy positivos. Las famosas “terapias de montaña” disminuyen la depresión y el uso de medicamentos, porque aumenta el positivismo. La gran vegetación y el aire puro descontaminan los pulmones, y da la posibilidad de vivir más tranquilamente.

Nadar en el río, introducirse en sus aguas cristalinas, y aprovechar su cadencia relaja. Andar descalzos por el pasto y la compañía de las plantas silvestres que rodean ese paisaje hacen perder la noción del tiempo, el reloj, la rutina y los quehaceres quedan a un lado, pudiendo desconectar por completo con la “realidad”.

El río y la montaña invitan a alejarse del reloj

Las noches en las ciudades de montaña suelen no tener más atractivos que una buena cena en un lindo lugar. Es por eso que son más cortas, y eso hace que se pueda aprovechar más el día, y alimentarse saludablemente con u sustancioso desayuno contemplando las sierras.

Ambos destinos son ideales para relajarse, descansar y conectar con el disfrute. La playa, la arena y el sol llenarán de energía, vitamina y ventajas únicas para el cuerpo y el alma. Y, por su lado, las montañas y el río regalarán aire puro, variada vegetación y brisa de monte, para relajarse y olvidarse de las agujas del reloj.