A cualquier persona que ama a los animales, la imagen de Omsin le partirá el corazón. Esta tortuga marina vivía en un estanque en un pueblo ubicado al este de Tailandia.
Éste, de por sí, no es el mejor lugar para que viva una tortuga que en verdad pertenece al océano. Pero lo que realmente arruinó su vida, fue un inconsciente acto de negligencia que algún turista inició, y todos comenzaron a repetir.
La tradición de arrojar monedas al estanque de la tortuga se fue volviendo popular en este pueblo tailandés. Cuando un nuevo visitante llegaba, quienes ya llevaban algunos días allí, o los mismos lugareños, le aconsejaban conocer el estanque y arrojar una moneda como augurio de buena fortuna. Pero la buena fortuna no alcanzó a la habitante del estanque.
Ningún turista reparó en el animal de 25 años, o no supieron el daño que le hacían.
Fue demasiado tarde cuando un grupo de veterinarios vio la tortuga con el caparazón roto. Al revisarla y sacarle una radiografía hallaron una masa de metal de más de 20 centímetros. Ésta, que al principio resultaba inexplicable, había roto su caparazón por tanto peso y le oprimía los pulmones.
La tortuga había estado durante años tragando monedas y ahora tenían que hacer algo para salvarla de morir.
Los veterinarios lo intentaron, pero no lo lograron. Omsin fue operada durante más de 7 horas en una intervención muy complicada y se extrajeron de su estómago más de 975 monedas.
El equipo fue optimista al finalizar la operación, y hasta planearon a qué centro de conservación sería llevada para recuperarse. Pero finalmente la tortuga murió unas semanas después de la operación.
Omsin es un ejemplo más del daño que los humanos podemos hacer al mundo animal, muchas veces sin darnoscuenta. No es el primer caso: otros animales, como este pequeño delfín, mueren cada año por el turismo no responsable. En cambio, el turismo responsable, según la ONU, no solamente podría ser mejor para ellos, sino también para la economía.
¿Por qué, entonces, no es aún este el turismo que más se practica? Tal vez sea hora de darnos cuenta que, aunque tomemos un densanso, nunca podemos tomar vacaciones en nuestra tarea de proteger al planeta y a la vida.