Nuestra aventura toma como punto de partida Nairobi, la capital de Kenia, o como es conocida popularmente “la ciudad verde en el sol”. El Valle del Rift, un accidente geológico que discurre por África durante más de 5000 kilómetros, nos acompañará durante el recorrido. Para muchos, esta región está considerada la cuna de la humanidad, ya que aquí se encontraron los yacimientos paleontológicos de los restos humanos más antiguos del mundo. Un hecho ya fascinante por sí mismo.
Tras una travesía de unas 3 horas y media en la que cruzamos las ciudades de Naivasha y Gilgil, finalmente llegamos a la ciudad de Nakuru, desde donde podremos acceder a este maravilloso espacio protegido desde 1960.
La popularidad del Parque Nacional del Lago Nakuru creció principalmente debido a la cantidad ingente de flamencos rosáceos desplazados hasta aquí cada año. En ciertas temporadas se dieron cita incluso un millón de estas aves. El espectáculo es impresionante, una marea rosa ocupa toda la orilla tiñendo el agua con sus plumas. Son animales realmente hermosos; es verdaderamente un regalo para los sentidos.
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Sin embargo, el triste cambio climático que aún muchos dirigentes niegan, pretendiendo reducir su importancia o minimizando sus efectos o al que simplemente no dan prioridad por temas meramente económicos, afecta a este territorio al igual que al resto del planeta. La disminución del nivel de agua obliga a que las aves se tengan que trasladar a otros pantanos, así que dependiendo de las circunstancias en el momento de tu visita la cantidad de flamencos será mayor o menor.
La condición alcalina de sus aguas permite la formación de zooplancton y algas muy nutritivas y beneficiosas tanto para las aves que habitan el lugar como para otras se detienen para refrescarse y alimentarse en su migración hacia su destino final.
Entre la fauna directamente asociada al lago destacan más de 450 especies de aves, destacando a los pigargos vocingleros, pelícanos blancos, marabúes, cigüeñuelas, cormoranes africanos y andarríos.
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Sin embargo, la grandeza de la fauna de este oasis natural no termina aquí. Sus alrededores sirven de hogar a los conocidos como “big five” del mundo animal, que son los leones, leopardos, rinocerontes, elefantes y búfalos. Esta región de gran valor ecológico goza de una variadísima biodiversidad, pudiendo observar las raras jirafas de Rothschild, cebras, jabalíes verrugosos, antílopes acuáticos, el dicdic de Kirk, civetas africanas, damanes roqueros y primates como el papión perruno, entre un universo de especies.
Si deseas disfrutar de unas vistas panorámicas privilegiadas, te recomendamos dos lugares cercanos: en la orilla oeste “Baboon Cliff” o el acantilado de los babuinos; en la orilla este “Lion Hill” o la colina del león, ambas con unas sobrecogedoras vistas que parecen sacadas de épocas de antaño. Es un tesoro de la naturaleza que agudiza nuestros cinco sentidos.
Desde aquí, a lo lejos se divisan unas columnas de humo provenientes del volcán inactivo de Menengai. Según la leyenda masai, son las almas de guerreros de su pueblo derrotados cuando intentaban alcanzar el cielo, y posteriormente arrojados al volcán.