Seguro ya hayas visto en las redes la fotografía de Nirmal Purja, en la que se puede apreciar una larga fila en la cima del mundo. Y es que a pesar de lo que muchos pensaban, llegar al tope del Monte Everest no es una travesía solitaria.

Debido al áspero clima que hay en la montaña, a veces la gente tiene una ventana de oportunidad de una o dos semanas para llegar a la cima y lo hace con relativa tranquilidad. Pero cuando el viento no lo permite y solo se tiene una oportunidad de tres días, todos los montañistas se congregan y hacen expediciones inmensas que causan ese embotellamiento en la cima.

Sin lugar para esconderse

La fotografía del Everest nos demuestra una cosa: ya no hay lugares solitarios. Mientras que nuestros padres y abuelos nos pueden contar cómo visitaban playas en las que no había un alma a kilómetros a la redonda, o viajes que hicieron en los que se encontraban en el verdadero paraíso, hoy la realidad es muy distinta.

La facilidad para viajar, los vuelo baratos y el cambio de conciencia en las personas las ha llevado a salir de su zona de confort y descubrir nuevos lugares, lo cuál es perfecto, pero hemos olvidado algo en el camino: el cuidado del medio ambiente.

Muchos turistas llegan a un sitio hermoso, se divierten, comen, beben y hacen todo lo que no pueden hacer en casa, sin preocuparse por mantener una armonía con el ecosistema. Así, uno a uno, crean un desequilibrio que cada vez es más difícil de restaurar.

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Visitas digitales

Otro gran problema son las redes sociales. Compartir nuestras experiencias nos acerca a nuestros seres queridos, pero esto, como todo en el mundo digital, se ha tergiversado hasta convertirse en un negocio en el que muchos viajan para mostrar una experiencia que muchas veces no es auténtica.

Así, en vez de ser el centro, el paisaje se convierte en el fondo de una imagen que sólo busca tener corazones. Mucha gente busca la validación de los demás a partir de los viajes que hace, busca los destinos de moda para demostrar que ellos también están al corriente de la tendencia.

Así es como un sitio se populariza, y cada vez más personas viajan a él para subir esas mismas imágenes. La necesidad de pertenecer nos ha llevado a visitar destinos y en lugar de hacerlo con consciencia, lo hacemos sin cuidar de los recursos naturales.

La imagen del Everest no es una sorpresa, es una realidad que vivimos día a día, solo que esta se encuentra más allá de los 8 mil metros sobre el nivel del mar.

Y tú, ¿qué piensas sobre esto?

Fuente:

BBC

Science Alert