Es un gusto saber que aún hoy en día existen lugares remotos en el mundo, en los cuales podemos sentirnos como antiguos exploradores. Dichos lugares incrementan la pasión y la curiosidad con la que vivimos nuestras aventuras y andaduras. Perú, si bien es tremendamente conocido por algunos de sus tesoros, no lo es tanto por otras muchas de sus joyas. Una de ellas es sin duda el Parque Arqueológico de Choquequirao.
Su ciudadela escondida es una alternativa perfecta para el aventurero inquieto que desea evitar las multitudes de Machu Picchu. Choquequirao, ubicado al noreste del impactante cañón de Apurímac, está dotado de una inigualable riqueza natural, cultural y belleza paisajística, además de gozar de la ventaja de poder disfrutar de este paraje casi en solitario.
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Pero, ¿cuál es el origen de Choquequirao? Fue construido por Tupac Inca Yupanqui o Huayna Càpac entre los siglos XV y XVI con fines ceremoniales para rendir culto al dios Sol, la tierra y el agua. Además, es una increíble fortaleza que sirvió como refugio a los incas ante el avance español en 1572.
El camino de acceso actual a la antigua fortaleza Choquequirao es bastante largo y requiere un esfuerzo importante, lo que lo convierte aún más si cabe en una experiencia única y sola apta para auténticos trotamundos. De hecho, el camino de ida y vuelta lleva unos 3 o 4 días dependiendo del paso que se lleve.
Normalmente la ruta comienza en Cuzco, desde donde se parte en coche en dirección a Abancay hasta tomar el desvío hacia Cachora, a 2800 metros sobre el nivel del mar. El trayecto en coche dura aproximadamente 4 horas. Desde aquí comienza la aventura real, comienza la ruta de trekking.
Muchos de los senderistas deciden contratar guías para el trayecto y personas que cargan de su equipaje, aunque hay algunos que deciden hacerlo por su cuenta. Si se decide hacerlo por cuenta propia, es clave informarse de la condición del camino en la ruta, llevar provisiones para varios días y dinero suficiente para pagar la entrada.
Para sacar el máximo partido al viaje hemos dividido el trayecto en dos tramos. En el primer tramo, de Cuzco a Abancay, podemos encontrar diversos puntos de interés no demasiado turísticos como el Complejo Arqueológico de Tarawasi, también conocido como Limatambo, que era un centro ceremonial que servía de descanso a los chasquis, antiguos mensajeros de larga distancia. También podremos disfrutar de los Baños Termales de Cconoc y el Yacimiento Inca de Saywite, con una gigantesca roca tallada con grabados de animales.
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El segundo tramo comprende desde Cachora hasta Choquequirao. Desde aquí es donde comenzamos la ruta a pie, una travesía bastante exigente por lo que hay que asegurarse de que estamos preparados para acometerla. Hasta llegar hasta nuestro ansiado destino atravesaremos recónditos lugares como el campamento de Chiquiska (1830 m), el mirador Capuliyoc (2800 m) o a la Playa Rosalina (1500 m). Además, en nuestra travesía podremos contemplar las faldas nevadas de Salkantay y Padrayoc, entre otros puntos de interés.
Nuestros pasos alcanzarán los 4000 msnm, para después bajar hasta los 3103 m donde se encuentra el emplazamiento inca. A estas alturas los efectos de la naturaleza se intensifican; el viento es más potente, el sol se siente más fuerte en nuestra piel. En libertad conviven especies salvajes como zorros andinos, vizcachas, pumas o cóndores. A tenor de los detalles que envuelven esto mágico lugar, no parece casualidad que la traducción quechua de Choquequirao sea “cuna de oro”.