Las personas que auto lideran sus vidas han aprendido que la inmensa mayoría de los problemas son temporales y que pueden resolverse. Pero también es cierto que todos tenemos momentos en los que nuestros instintos se interponen a nuestro mejor juicio.

Por eso quizás te obnubilas, te ciegas, y lo más sencillo es patear la pelota fuera del arco, responsabilizando a los demás y generando más complicaciones.

Pensamiento asertivo: la clave para solucionar problemas

Es inevitable que aparezcan problemas diariamente; sin embargo, la gran clave está en aprender a entrenar el pensamiento asertivo, que es la forma más apropiada para encontrar soluciones y dejar de buscar culpables.

¿Qué es el pensamiento asertivo? Es tener el equilibrio emocional apropiado frente a cualquier contratiempo, a partir de una observación profunda de ti, de los asuntos y de los demás, en su perspectiva más equilibrada.

También, es encontrar el modelo de acción más conveniente para solucionar los asuntos, con menos gasto de energía y obteniendo el mejor resultado posible, y teniendo la habilidad para responder, confiando en tus propios recursos.

Si te encuentras buscando culpables más que resolviendo problemas, aquí tienes algunas formas de pensar con una nueva mentalidad. Estas cuatro claves te van a ayudar a lograrlo:

En su libro "Good to Great" (De bueno a excelente), Jim Collins habla de la importancia de evitar una "mentalidad de fracaso".

¿Qué es exactamente una mentalidad de fracaso? Es cuando buscas personas y circunstancias a las que culpar de los problemas a los que te enfrentas. Este es un pésimo mecanismo solucionador de problemas, debido a que a menudo se apresura a encontrar a alguien o algo a quien culpar de los contratiempos, aunque no tenga sentido hacerlo. Y es muy fácil caer en esta trampa.

La mentalidad de fracaso, o enfoque en problemas y culpas, es un hábito, como también lo es la mentalidad de éxito. Es un reflejo de la mente subconsciente que, de tan acostumbrada que está a proceder de la misma forma, repite una y otra vez ese mismo patrón de pensamiento.

Una buena manera de frenar estos impulsos automáticos es que tomes consciencia de inmediato cuando caigas en esta trampa.

Para cambiar esos patrones limitantes puedes trabajar en el auto conocimiento y la flexibilidad de los modelos mentales, que es tu forma de representarte el mundo.

Estos modelos son los que generan las emociones y sentimientos en tu mente subconsciente, la que, a través de circuitos neuronales del cerebro, te lleva a tener comportamientos reiterativos que no te acercan a las soluciones, e, incluso, pueden hacerte infeliz y disminuir tu productividad.

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Otra técnica sumamente efectiva cuando te encuentras buscando a alguien a quien culpar es cambiar tu punto de vista. Por ejemplo, si tienes un problema con un compañero, quizás caigas en la tentación de sacar conclusiones precipitadas, y rápidamente encontrar culpables.

Técnicamente, en esas situaciones puede aparecer una escalera de inferencias. Te lo explico: imagina una escalera, de abajo hacia arriba. En el escalón inferior hay un hecho concreto y neutral (lo que pasó), y mientras subes, empiezas a hacer suposiciones, interpretaciones; le agregas tus juicios; haces un buen batido mental del asunto, y luego, en la cima de la escalera, tomas decisiones en base a esta gran distorsión cognitiva. ¿Te suena conocido este proceso mental?

Entonces, piensa: ¿Qué sucedería si das vuelta la situación y la encaras de forma diferente? La intención es que cambies el punto de vista, frenes a tiempo y te preguntes: ¿Cómo puedo ayudar a resolver esto que sucede? ¿Cuento con toda la información para decidir?

El resultado será completamente diferente al cambiar de perspectiva.

Otro componente habitual del enfoque en los problemas es preguntar permanentemente el “¿Por qué…?” sobre los fallos. El asunto es que el ‘por qué’ genera una tendencia a justificar las situaciones y a que la gente se victimice con todo tipo de excusas.

Si bien es apropiado saber el origen del problema, la mejor forma de relevar esta información es cambiar la pregunta por el “¿Para qué…?”. El para qué te llevará a un sentido más profundo, a la raíz de lo que ha sucedido, evitando repartir culpas hacia todos lados. Una vez allí, aparecerán posibles soluciones.

El coach canadiense Michael Bungay-Stanier recomienda también acentuar estos procesos de profundización con otra simple pregunta: “¿Y qué más?”. Formulándola unas tres o cuatro veces seguidas, es como ir pelando una cebolla, para llegar al corazón de los problemas. Pruébalo.

Otra forma de pensar asertivamente cuando enfrentas retos y problemas es simplemente preguntar "¿Qué funciona?".

En lugar de preguntar "¿A quién hay que culpar?", pregúntate "¿Qué funciona para resolver este problema? y ¿Qué funciona para tener un impacto positivo en tus empleados, clientes y otras partes interesadas?, por ejemplo.

El simple hecho de formular las preguntas de esta forma ya abre un espacio de soluciones potenciales en tu mente, porque cambias la mirada desde la culpa a hacerte cargo tú y las demás personas alrededor, para encontrar soluciones donde antes había sólo un mar de problemas.

Una frase de Albert Einstein dice que “No es posible resolver un problema pensando con la misma lógica con la que se lo creó”.

Eso es justamente lo que hacen las personas que buscan culpables. Quizás, a partir de ahora, quieras practicar el enfoque consciente en soluciones, para tener una mayor posibilidad de influir positivamente en lo que hay que resolver.

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