Quizás para los que estén acostumbrados a decirse al despertar “cinco minutos más” cuando suena la alarma bajo el mullido edredón y la calidez de la cama, esta idea parezca descabellada. Sin embargo, no es algo nuevo y muchos de los ejecutivos más productivos del mundo la aplican: levantarse de inmediato, sin dudar, muy temprano, y darse una ducha fría.
Esta es una práctica conocida desde la antigüedad: Hipócrates, el médico griego nacido en el año 460 a.C., considerado como el más grande de todos los tiempos, la recomendaba a sus pacientes como remedio a numerosas enfermedades.
En esta época, Cristiano Ronaldo fue de los primeros deportistas en referirse a su práctica de darse duchas de agua fría para la recuperación muscular; y también la cantante y actriz Lady Gaga se mostró en fotos en una variante de la ducha fría: toma baños en hielo.
También bañarse en agua fría al amanecer tiene sus adeptos en el mundo corporativo. Uno de los casos es el de Jack Dorsey, co-fundador y CEO de Twitter, quien no sólo pertenece al llamado “Club de las 5 de la mañana”, aquellos que se levantan cuando canta el gallo, sino que lo primero que hace es darse una prolongada ducha helada. En este caso, a continuación, se mete en el sauna unos quince minutos, y también hace meditación y mindfulness, además de caminar 8 kilómetros cada día para ir a la oficina en épocas de trabajo regular.
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Cuando el agua caliente era un lujo
Disponer de agua caliente se consideraba un lujo en la antigüedad, por eso es que bañarse en agua fría era una práctica muy difundida en esa época. Las primeras duchas así las desarrollaron los atenienses; y los espartanos se levantaban de dormir sobre un piso de madera, hacían dos horas de ejercicio intenso, y luego tomaban un buen baño de agua fría.
También hay culturas que usan el agua fría como parte de sus ceremonias, como los japoneses Shinto y su ritual de purificarse estando debajo de una catarata; y sus antiguos samuráis vertían cubos de agua helada sobre la cabeza por la mañana con el mismo fin, además de energizarse. Mientras que en Rusia o Finlandia es muy popular en invierno salir del baño sauna y sumergirse en lagos helados, rodeados de nieve.
En mi caso, estoy incorporando el baño de agua fría cada mañana. Al principio lo sientes como un verdadero shock térmico, aunque con el correr de los días el organismo se va adaptando y hasta lo disfrutas.
Los científicos indican que lleva aproximadamente diez días corridos de práctica acostumbrar el cuerpo a estas duchas.
Por supuesto, antes de iniciar este cambio de hábitos es necesario consultar con el profesional médico. Por ejemplo, no son recomendables para embarazadas o en periodo de menstruación debido a que el cuerpo femenino ya está en situación de estrés y no sería apropiado sumarle otro factor. Tampoco si te sientes resfriado, con gripe, afecciones cardíacas o pulmonares.
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7 beneficios de bañarse en agua fría
Se han hecho muchos estudios sobre los beneficios de tomar baños fríos al despertar. Uno de los principales es el de recobrar inmediatamente la consciencia, dejando atrás la somnolencia típica de cuando te levantas. También, se energiza más rápidamente todo el organismo, y se siente más vigor y fuerza para encarar el día.
Una mayor lucidez es otra consecuencia muy palpable puesto que tus neuronas se activan rápidamente y estás más alerta. Por eso hace sentido que muchos ejecutivos, personas de alto rendimiento y súper productivas incorporen esta fórmula dentro de su rutina matutina.
En el caso de que quieras considerarla para tu comienzo del día, aquí revisamos otros beneficios de las duchas de agua fría:
1. Mejora la salud
Como el corazón late más rápido y los músculos se tensionan un poco, se mejora el envío de sangre a todo el organismo, ayudando a la circulación.
2. Estimulan las hormonas contra la depresión
La depresión y su aparición vienen acompañadas de una alteración en ciertas hormonas en el organismo, en concreto la serotonina, la dopamina, la noradrenalina, la endorfina y el cortisol. Los baños de agua fría en ciertos casos ayudan a prevenirla o tratarla. Recuerda siempre consultar con profesionales de medicina.
3. Aumento de la energía
El roce del agua fría con la piel aumenta los niveles de la energía, porque las terminaciones nerviosas se activan, se respira más rápido y el corazón late más fuerte.
4. Mejor tolerancia al estrés
Las exposiciones al agua fría ayudan a mejorar el control del estrés, y, como consecuencia, se fortalece el sistema inmune. Médicamente se han usado para reducir dolores crónicos, mejorar la función renal y la calidad del sueño, especialmente por la sensación de bienestar y relax después del shock del baño frío. También se demostró que mejora el aspecto de tu piel y del cabello.
5. Aumenta la capacidad respiratoria
Es natural que ni bien te metes en una ducha fría te hiperventiles, es decir que respiras rápido y profundo. Es una respuesta al choque térmico, y, como buscas calmarte y hacer más placentera la experiencia, respiras hondo, al igual que cuando hay algo que te altera y eliges este método para serenarte.
6. Refuerza tu voluntad
Al no estar habituados, el ducharse con agua fría al principio no es agradable, por lo que hacerlo implica tomar coraje y practicar la fuerza de voluntad. Al repetir esta acción diariamente, el centro de voluntad de su mente se ve reforzado, y podrás aplicarla en múltiples ámbitos de tu vida.
7. Superas un reto
Cualquier acción que te desafíe, ayuda a reforzar la autoestima. Al principio pueden parecer difíciles, aunque si lo sostienes en el tiempo y con regularidad espartana, empezarás a sentir más seguridad y auto regulación de tus emociones frente a los desafíos. Cuando te expones a duchas de agua fría hay un proceso de aclimatación, y aumentan la noradrenalina y la tiroxina, dos hormonas del llamado “estrés bueno”.
5 tips para incorporar el hábito de la ducha fría
Como cualquier hábito, hay que generar los disparadores y motivadores adecuados para poder sostenerlo. Aquí van varias ideas a tener en cuenta:
1. Hazlo de golpe o poco a poco
El comienzo lo eliges tú. Puedes empezar con un baño de agua caliente como acostumbras, y, al final, ir bajando la temperatura progresivamente durante una semana, hasta quedarte al menos tres minutos con agua fría. O bien, meterte de golpe bajo el chorro frío.
2. Empieza en verano
Acostumbrar tu organismo en época de temperaturas altas te ayudará a sostener esta práctica en el invierno.
3. Saber que lleva tiempo y constancia
Si piensas que “para siempre” voy a bañarme así, posiblemente el centro de recompensa de tu cerebro te limite en obtener la energía para lograrlo. Piénsalo más bien en términos de “sólo por hoy” y verás que será mejor.
4. Si sudas primero es mejor
Por ejemplo, hacer una rutina de ejercicio de cualquier tipo antes de darte la ducha fría, sería de gran ayuda. De hecho, es la técnica de recuperación que utilizan los deportistas de élite para prevenir la fatiga muscular.
5. Respira, respira profundo
Una sugerencia es enfocarte permanentemente en tu respiración. Tomas aire profundamente por la nariz, lo sueltas por la boca. Y repites. Si te gusta cantar, este es el momento de hacerlo con todas tus fuerzas. Y también puedes estirar tu cuerpo de distintas formas. Son estrategias para ayudarte a incorporar el hábito.
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