A esta altura son muy pocos los que discuten que el cambio climático es real. Por un lado entidades como la NASA lo certifican, y por otro, vemos sus efectos día tras día. Ya sabemos lo que causa, como el derretimiento de los polos, climas extremos o el aumento del nivel del mar, pero ahora hay reportes de algo aún más sorprendente: la rotación de la Tierra sobre su propio eje es menos estable hoy que en años anteriores, debido a una “sobrecarga lateral”.

La agencia espacial argumenta que el deshielo gradual de los polos terrestres y gran parte del territorio de Groenlandia, que equivale a unas 7.500 gigatoneladas (7 billones de toneladas), ha causado que el agua que genera se desplace hacia el océano, afectando la estabilidad de la rotación terrestre.

Estos datos fueron el resultado de una investigación llevada a cabo por la NASA en el Laboratorio de Propulsión a Chorro, que reveló que el desplazamiento a gran escala de la masa es la principal causante de la inestabilidad que hace “bambolear” a la Tierra mientras rota.

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Eric Ivins, investigador del Laboratorio, comentó que “Una masa que está a 45° con relación al Polo Norte [Groenlandia] o con relación al Polo Sur [los glaciares de la Patagonia], al desplazarse tendrá un impacto mayor en modificar el eje sobre el cual gira la Tierra que una masa que está justo al lado del polo”.

Otros factores que intensifican de la inestabilidad son el surgimiento de piedras en las áreas donde anteriormente existía hielo y que ya no se encuentran presionadas por ese peso.

Un fenómeno conocido como la “convección del manto” es también señalado como uno de los factores agravantes. La convección del manto es causada por el movimiento de las rocas fundidas en las capas más profundas de la Tierra. La capa que se encuentra entre el núcleo y la superficie varía en sus movimientos generando inestabilidad en el giro de la Tierra y modifica su eje.

Si se compara con las mediciones realizadas el siglo pasado, podría decirse que el eje de rotación de la tierra se desplazó unos 10 centímetros por año, lo que a lo largo del siglo se acumuló para terminar desviando el eje por unos 10 metros.

No parece haber ninguna solución particular para este problema, más que seguir disminuyendo nuestra huella de carbono en el planeta y trabajar para desarrollar energías renovables y balanceadas con el ambiente. De lo contrario, este y otros problemas se seguirán agravando hasta llegar al punto sin retorno.

Si bien los científicos afirman que el giro es inofensivo, eso no quita que sea significativo. Jonathan Overpeck, profesor de geociencias en la Universidad de Arizona, manifestó que esto subraya cuán real y profundo es el impacto que los humanos están teniendo en el planeta.

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El Comercio

La Vanguardia