El Ayurveda es el sistema principal entre los Sistemas de Medicina de la India. En el idioma sáncrito “Ayur” significa vida y “veda” conocimiento, por lo que, Ayurveda significa literalmente “la ciencia de la vida”. Los orígenes son milenarios, pero su acercamiento al ser humano cuenta con las más modernas herramientas. Sus bases filosóficas se rigen por la Teoría de los cinco elementos: éter, aire, fuego, agua y tierra; de la Tridosha (Vata, Pitta y Kapha) ó de los tres tipos corporales, los siete dathus o tejidos, las tres malas o productos de excreción y la Trinidad de la vida, conformada por el cuerpo, mente y espíritu.
Este sistema ayurvédico, se encuentra en el centro del cambio de paradigma médico hacia lo holístico / integral. En el camino del bienestar y la longevidad, da gran importancia a las acciones preventivas relacionadas a la alimentación, la actividad física, las rutinas cotidianas y las técnicas que ayudan a obtener la armonía mental. Todas estas acciones se complementan con técnicas de desintoxicación periódicas que ayudan a mantener el equilibrio corporal.
"El alimento es medicina, la medicina es alimento"
Esta es una memorable frase de Hipócrates y, de hecho, muy cierta. Se considera que la primera farmacia se encuentra en nuestras cocinas, por ello, todo lo que afecte al cuerpo, afectará a la mente y viceversa.
La comida tiene una importancia fundamental, que se procesa en cada uno de nuestros humores, los tejidos y se elimina a través de los productos de desecho. Es un acto de amor hacia nosotros mismos. La manera en que cuidas tu cuerpo a través de los alimentos, es la manera en que te comunicas con tus células, agradeciendo cada día el trabajo y esfuerzo que hacen por ti. No alimentarte desde el amor y hacerlo de una manera inconsciente, promueve un castigo hacia tu cuerpo, un castigo que él va recibiendo lentamente, día a día, hasta que un día, finalmente, comenzará a quejarse en forma de síntomas o enfermedades.
En Ayurveda no hay alimentos prohibidos; se contempla una alimentación equilibrada, pues, la clave de ésta es consumir una gran variedad de alimentos y con combinaciones correctas, para lograr obtener los beneficios de cada alimento que ingerimos.
Las variables psicológicas y emocionales son muy importantes para tener éxito en una buena alimentación, ya que para muchas personas no es un camino fácil. Hay que entender el comportamiento humano y saber que cuando estamos ansiosos o tenemos problemas emocionales, muchos individuos responden con grandes ingestas de comida. Además, el estrés también causa problemas anímicos que influyen en la ingesta alimentaria. La relación emociones-nutrición es evidente, ya que en momentos de inestabilidad emocional somos más propensos a consumir alimentos grasos.
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La razón por la que los individuos con depresión o problemas emocionales suelen ir en busca de comida para sentirse mejor y calmar su estado anímico, es debido a que muchos alimentos incluyen triptófano, un aminoácido que provoca la liberación de serotonina (los niveles bajos de serotonina se asocian a la depresión y a la obsesión).
Esta falta de serotonina causa distintos efectos negativos sobre el organismo, como angustia, tristeza o irritabilidad. El cuerpo no produce triptófano, hay que conseguirlo a partir de la dieta. Por tanto, los alimentos ricos en este aminoácido actúan como antidepresivos naturales.
Varios son los estudios que relacionan la serotonina con mayor sensación de bienestar, relajación, mejor sueño, autoestima más alta, mayor concentración y un mejor estado de ánimo. Además, la serotonina tiene una importante función en el cerebro ya que establece el equilibrio entre otros neurotransmisores como la dopamina o la norepinefrina (noradrenalina). Estos neurotransmisores son importantes ya que se relacionan con la angustia, la ansiedad o los trastornos alimenticios.
Para mejorar nuestro bienestar, es recomendable el consumo de pescado, huevo, tofu, frutas, nueces, semillas de chía, maní, semillas de calabaza, banana, leche, frutos secos, avena, palta, entre otros, los cuales presentan una buena proporción de triptófano.
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Asimismo, los cambios de humor son un síntoma de agotamiento que puede estar relacionado con un nivel bajo de azúcar en la sangre. La glucosa alimenta al cerebro igual que alimenta al resto de órganos. Por eso, cuando el azúcar en la sangre disminuye, el cerebro y el sistema nervioso son los primeros en resultar afectados.
Por lo tanto, si estamos atravesando un proceso de malestar, ya sea por la incapacidad de gestionar diversas emociones, estrés o problemas relacionados a la salud mental, debemos de evitar los siguientes alimentos: alimentos grasos (embutidos, quesos grasos, nata); café y té en exceso; bebidas azucaradas y alcohol; edulcorantes artificiales (aspartamo); alimentos ultraprocesados (papas fritas de paquete, snacks dulces o salados, helados, chocolates y caramelos, productos panificados y panes industriales), ya que generan una mayor predisposición de impactos negativos en la salud.