Por: DW.
Cuando la temperatura de un ser humano sube de los saludables 36,6 a 38,6 grados, tiene consecuencias. Un aumento aparentemente mínimo hace que el cuerpo se sienta mal y no pueda funcionar con normalidad. Con nuestro planeta ocurre algo similar.
Desde finales del siglo XIX, cuando se generalizó la quema de combustibles fósiles, la Tierra se ha calentado en una media de más de un grado. Algunos lugares, sin embargo, se han calentado más allá de ese nivel.
Uno de ellos es el Ártico. Según el Programa de Vigilancia y Evaluación del Ártico (AMAP), un grupo de trabajo del Consejo Ártico intergubernamental, la temperatura media anual en la región aumentó 3 grados entre 1971 y 2019. Y eso supone grandes problemas para el ecosistema de la región.
Pequeño aumento de temperatura = grandes pérdidas de especies
En un estudio de 2021, publicado en la revista científica The Cryosphere, investigadores británicos revelaron la pérdida de 28 billones de toneladas de hielo entre 1994 y 2017. Afirmaron que el volumen perdido sería suficiente para cubrir todo el Reino Unido con una capa de hielo de 100 metros de altura.
Steven Amstrup, científico jefe de la organización no gubernamental de conservación estadounidense Polar Bears International, lleva investigando la fauna del Ártico desde la década de 1980 y ha visto los cambios de primera mano.
"En aquel entonces, recuerdo haber observado el hielo marino que se encontraba justo frente a la costa en el norte de Alaska en pleno verano; nunca estaba muy lejos de la costa", dijo a DW.
"Ahora, durante el mismo periodo, el hielo marino está a cientos de kilómetros de la costa. Si me hubieran contado al principio de mi carrera que iba a ver este tipo de cambios, habría dicho que estaban locos", asegura Amstrup.
En las conclusiones publicadas el año pasado en la revista Nature Climate Journal, él y sus colegas predijeron que si la temperatura sigue aumentando, la mayoría de los osos polares, que se alimentan de focas que descansan en el hielo, podrían desaparecer a finales de siglo. "El hielo marino es el plato de comida de los osos polares", dijo Amstrup. "En tierra no hay casi nada tan nutritivo como las focas".
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU predice que si el planeta se calienta 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, las icónicas especies polares seguirán teniendo hielo marino durante la mayoría de los veranos en el Ártico. Sin embargo, en un escenario de 2 grados, se enfrentarían a veranos sin hielo cada 10 años.
Los osos polares no son las únicas víctimas del aumento de la temperatura. Alrededor del 19% de las especies incluidas en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se enfrentan a una mayor probabilidad de extinción debido al cambio climático.
Un mundo más allá de 1,5 grados
Al menos una especie ya desapareció. En 2019, el melomys de Bramble Cay, un diminuto roedor que vivía en una pequeña isla de arena en la punta de la Gran Barrera de Coral, se convirtió en el primer mamífero reconocido oficialmente por el gobierno australiano como extinto debido al cambio climático inducido por el hombre. Se cree que el aumento del nivel del mar y la subida de las aguas han acabado con su alimento y su hábitat.
Dadas las consecuencias de largo alcance de un ligero aumento de la temperatura, el acuerdo climático de París pretende limitar el aumento global a 1,5 grados en este siglo. Pero los modelos sugieren que, según el ritmo actual, el mundo está en camino de alcanzar ese nivel de calentamiento en los próximos 15 años.
Y si no se toman medidas radicales hoy, el aumento de la temperatura no se detendrá. Según The Climate Action Tracker (CAT), un grupo independiente de organizaciones que analizan la acción climática de los gobiernos, incluso si se cumplieran a tiempo todas las promesas y planes actuales en todo el mundo, las temperaturas seguirían subiendo entre 2 y 2,2 grados centígrados hasta finales de este siglo. Y el CAT lo considera una perspectiva optimista.