Una tarde, mientras surfeaba en las costas de Pinamar, su pueblo natal y una localidad balnearia en la provincia de Buenos Aires, en Argentina, Gastón Caminata hizo un click y se preguntó: “¿Será que necesita algo el océano?”. A partir de ese momento -hace más de 10 años-, el fundador de la organización ambientalista Big Human Wave, se propuso dedicarse al cuidado del planeta y, especialmente, al de los océanos.
Empezó cargando la caja de su camioneta con kilos de basura recogida en la costa, solo a veces acompañado de uno de sus hijos. Pero luego, comenzó a convocar a más personas: así nació su primera campaña, “Yo amo mi playa”, que luego se transformó en la organización que lidera hoy.
“Big Human Wave significa, en inglés, ‘la gran ola humana’; elegí ponerle ese nombre porque el ambientalismo es la ola que quiero que todos surfeen”, cuenta el activista de 50 años.
Si bien Gastón es empresario gastronómico, su sueño es dedicarse 100% a cuidar el planeta: él siente que esa es su verdadera misión en la vida. “Cuando tenía 8 años, le pedí a Dios que usara este cuerpo para algo importante; después de 30 años, sé de qué se trataba”, cuenta.
Pinamar: CIUDAD pionera sustentable EN LA ARGENTINA
En 2012, Gastón fue uno de los impulsores de la ordenanza municipal para que los comercios de Pinamar dejaran de entregar bolsas de plástico. En 2018, y tras un gran esfuerzo, logró otro de sus objetivos: su ciudad natal se convirtió en la primera del país “libre de sorbetes” y de vasos plásticos de un solo uso.
Luego, estas iniciativas se replicaron a lo largo del país, como la ciudad de Buenos Aires, Villa Gesell, Mar del Plata, Mendoza y Ushuaia.
El año pasado, el creador de Yo amo mi playa, obtuvo un logro más: a principios de noviembre, Pinamar aprobó la ordenanza “Playa libre de humo”.
La medida asegura que se dejarán unos pocos espacios habilitados para los fumadores y que, en cada una de las playas, se deberá colocar por lo menos un cenicero para tirar las colillas de cigarrillo. Entre cada uno habrá unos 100-150 metros y solo se podrá fumar dentro de un radio de cinco metros de estos recipientes.
En 2018, según el último Censo de Basura Costera de Fundación Vida Silvestre, se recolectaron más de 46.600 residuos en las costas bonaerenses. De esos miles, alrededor de 7.600 fueron colillas de cigarrillos y más de 22.500 plásticos: desde bolsas hasta tapitas, botellas descartables y nylon.
“Noté un cambio a partir de la ordenanza: la gente está usando los ceniceros o incluso dejando de fumar. Todavía no hay ceniceros o cartelería por parte del Municipio, pero sí colocados por los balnearios”, asegura Gastón.
Además, afirma que en Ostende -otro balneario que pertenece al Partido de Pinamar-, se encuentra una de las playas “más limpias del planeta”. ¿Cómo lo lograron? “Con cartelería en vía pública, charlas en escuelas y, fundamentalmente, limpiando las playas con nuestras propias manos”, cuenta Gastón, que asegura que el éxito es intentar.
Gastón cree firmemente en la importancia de las acciones individuales. Todo suma. La clave: vivir simple. “Desde hacer compost, hasta dejar de comer carne, reducir y rechazar el plástico. Es fundamental cambiar nuestros hábitos”, explica.
Cuando se le pregunta si es optimista con respecto al futuro, tan solo responde con una anécdota. “Hace unos años hubo un campeonato de pesca en Pinamar y, en 300 metros de playa, con mi hijo recogimos tanta basura que llenamos mi camioneta. Los años siguientes me dedique a concientizar y hacer activismo. Al torneo del año siguiente volvimos y solo recogimos una tanza, dos colillas de cigarrillos y un vaso plástico”, concluye.