Con el calor sofocante del verano en el hemisferio norte, muchos de nosotros buscamos alivio en un refrescante helado. Esa sensación inmediata de frescor puede parecer el antídoto perfecto contra las altas temperaturas, pero según la ciencia, este alivio es solo temporal.
El doctor Bohdan Luhovyy, profesor de nutrición humana aplicada en la Universidad Mount Saint Vincent en Canadá, explicó en 2019 que comer helado nos da una sensación de frescor momentáneo, pero después, aumenta nuestra temperatura corporal. Este fenómeno se debe al contenido en grasas y azúcares del helado, que, durante la digestión, generan calor, un proceso conocido como termogénesis inducida por la dieta.
La termogénesis inducida por la dieta es el calor que nuestro cuerpo produce mientras digiere los alimentos, especialmente aquellos ricos en grasas y azúcares. Este proceso explica por qué un placer tan simple como comer helado puede tener el efecto contrario al deseado cuando intentamos combatir el calor. Aunque cada bocado nos refresca temporalmente, la energía necesaria para digerir el helado eventualmente aumenta nuestra temperatura corporal, dejándonos aún más sofocados.
¿Por qué comer helado nos da calor?
Para que un helado se considere como tal, debe cumplir con ciertos estándares de contenido de grasa. En Canadá, debe contener al menos un 10% de grasa de origen lácteo. Otros países, como España, tienen regulaciones similares: los helados de crema deben tener un 8% de grasa, mientras que los helados simples necesitan al menos un 5%. Estas cantidades son suficientes para desencadenar la termogénesis durante la digestión.
Cuando comemos helado, nuestros receptores de temperatura en la boca y el sistema digestivo detectan el frío, brindándonos una sensación inmediata de frescor. Sin embargo, a medida que nuestro cuerpo comienza a descomponer las grasas y azúcares del helado, se libera energía en forma de calor. Este aumento de calor interno contrarresta el efecto refrescante inicial, haciendo que nos sintamos más acalorados poco después de haber disfrutado del helado.
Los sorbetes y helados de agua, que tienen menos grasa, no producen el mismo efecto. Sin embargo, no todos los helados caen en esta categoría, y la mayoría de las opciones populares contienen suficientes grasas y azúcares para activar la termogénesis. Por eso, si bien los sorbetes pueden ser una mejor opción, seguir comiendo helados ricos en grasa no es la solución ideal para refrescarse en un día caluroso.
Alternativas para combatir el calor
Si buscamos refrescarnos a través de nuestra dieta, hay alternativas mucho más eficaces y saludables que comer helado. Las frutas y verduras con alto contenido en agua, como el pepino y la sandía, son excelentes opciones. Estos alimentos no solo hidratan sino que también tienen un efecto refrescante natural sin causar un aumento posterior en la temperatura corporal.
Otra opción refrescante es beber agua con limón y menta. Esta bebida no solo hidrata sino que también proporciona una sensación de frescor gracias a los aceites esenciales presentes en la menta y el limón. Además, preparar esta bebida en casa es sencillo y puede ser una forma deliciosa y saludable de mantenerte fresco durante los días calurosos.
Los alimentos picantes, aunque parezca contradictorio, también pueden ayudar a refrescarte. La capsaicina, el componente activo en los chiles, puede inducir la sudoración, que es el mecanismo natural del cuerpo para enfriarse. Aunque el picante también puede aumentar la termogénesis, el efecto refrescante de la sudoración puede ser más pronunciado, especialmente en climas secos donde la evaporación del sudor es más eficiente.
La ciencia detrás del efecto del helado
La razón por la cual el helado nos hace sentir más calor a largo plazo tiene que ver con la forma en que nuestro cuerpo procesa los alimentos. Cuando ingerimos algo frío como el helado, inicialmente sentimos frescor debido a los receptores de temperatura en nuestra boca y garganta. Sin embargo, al descomponer los componentes del helado, especialmente las grasas y azúcares, nuestro cuerpo debe gastar energía, generando calor en el proceso.
Este fenómeno es conocido como termogénesis inducida por la dieta, donde la energía requerida para digerir, absorber y metabolizar los nutrientes de los alimentos genera calor corporal. Dado que los helados son ricos en grasas y azúcares, el cuerpo necesita más energía para procesarlos, lo que resulta en un aumento de la temperatura corporal después de consumirlos.
Este proceso contrasta con la sensación inicial de frescor, creando una ilusión de alivio que no dura mucho. Por eso, aunque parezca una buena idea disfrutar de un helado para combatir el calor, la ciencia nos muestra que este alivio es de corta duración y puede llevar a una mayor incomodidad posteriormente.
Estrategias eficaces para mantenerse fresco
Para combatir el calor de manera más efectiva, es crucial optar por alimentos y bebidas que realmente ayuden a mantener una temperatura corporal baja. Las frutas ricas en agua, como la sandía y el melón, no solo hidratan sino que también proporcionan un frescor natural sin los efectos secundarios de la termogénesis inducida por la dieta. Estas frutas son ideales para consumir en los días calurosos, proporcionando alivio inmediato y duradero.
Las ensaladas frescas, especialmente las que incluyen ingredientes como pepino y tomate, también son excelentes opciones. Estos vegetales tienen un alto contenido de agua y pueden ayudar a mantener el cuerpo hidratado y fresco. Añadir hierbas como la menta o el cilantro no solo mejora el sabor sino que también puede aumentar la sensación de frescor.
Otra estrategia es consumir bebidas frías pero no extremadamente heladas. Las infusiones de hierbas frías, como el té de menta, pueden ser refrescantes sin el impacto negativo que pueden tener los helados. Estas bebidas son fáciles de preparar y pueden ser una opción saludable y refrescante para los días calurosos.
El papel de la capsaicina en la regulación de la temperatura corporal
En el mismo comunicado donde discutió los efectos del helado, el doctor Luhovyy también mencionó la capsaicina, el componente activo en los alimentos picantes como los jalapeños y los pimientos del Padrón. La capsaicina puede inducir la sudoración, que es el mecanismo natural del cuerpo para enfriarse. Aunque el picante también favorece la termogénesis, el efecto refrescante de la sudoración puede ser más significativo en algunas situaciones.
La sudoración es una respuesta natural del cuerpo para regular la temperatura. Cuando sudamos, el cuerpo libera calor a través de la evaporación del sudor en la piel. En climas secos, este proceso es particularmente eficaz para enfriar el cuerpo. Por lo tanto, consumir alimentos picantes en moderación puede ser una estrategia útil para mantenerse fresco durante el calor del verano.
Es importante recordar que no todas las personas toleran bien los alimentos picantes, y su efecto puede variar según la sensibilidad individual. Sin embargo, para aquellos que disfrutan del picante, incorporar alimentos con capsaicina en su dieta puede ser una forma efectiva de combatir el calor sin los efectos negativos de otros métodos.
Conclusión: Helados versus otras opciones
Aunque el helado puede parecer una solución ideal para el calor, la ciencia nos muestra que su efecto es de corta duración y puede aumentar nuestra temperatura corporal a largo plazo. Optar por frutas ricas en agua, bebidas frías no heladas y alimentos picantes puede ser una estrategia más efectiva y saludable para mantenerse fresco durante el verano. Al entender cómo nuestros cuerpos responden a diferentes alimentos y bebidas, podemos tomar decisiones informadas para combatir el calor de manera más efectiva y disfrutar de un verano más cómodo.
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