Convertidos en antiguos exploradores, nos disponemos a descubrir los secretos ocultos de un país que, aún a día de hoy, nos suscita cierto desconocimiento y curiosidad. Quizás podríamos decir que su turismo es algo rústico. Sus gentes son una hermosa fusión de culturas beliceñas, criollas, mestizas, garífunas, mayas y de expatriados del mundo. Pero, ¿por dónde comenzar? ¿Cuáles son los reclamos turísticos de visita obligada?

Belice es, sin riesgo a equivocarse, uno de los destinos más impresionantes de todo Centroamérica. Con fronteras que limitan al norte con México y al oeste y sur con Guatemala, este pequeño país presenta motivos turísticos más que destacables para conquistar tu corazón.

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Belice

Su barrera de coral es la segunda más grande del mundo, solo por detrás de la australiana. Sus más de 100 variedades coralinas y 500 especies de peces tropicales son un auténtico escaparate submarino. En el Cayo Caulker, el viento sopla enérgico, por lo que es un lugar óptimo para la práctica de deportes de vela como el windsurf y el kitesurf. Aunque quizás el pasatiempo ideal sea tumbarse en una hamaca, saborear un zumo natural recién exprimido y tostarse al sol.

Con un agujero azul oscuro intenso y bordes turquesas, Blue Hole es un orgullo nacional y uno de los lugares más misteriosos de la actualidad. Esta circunferencia de dimensiones casi perfectas es un paraíso para buceadores profesionales, que podrán descender por sus paredes hasta los 123 metros de profundidad y contemplar el mundo oceánico, lleno de estalactitas y estalagmitas, tiburones de arrecife, esponjas y peces de colores inimaginables.

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Los yacimientos arqueológicos tienen un lugar preferente en la comunidad beliceña. Existen al menos una quincena de antiguos asentamientos mayas donde uno puede admirar jeroglíficos, tumbas milenarias, profundas cuevas y panorámicas de 360°. Las ruinas precolombinas de Caracol, en el distrito de Cayo, con una pirámide de 42 metros de altura, son probablemente su mayor exponente. Sin embargo no debemos pasar por alto el yacimiento de Lamanai, en el distrito de Orange Walk, cuyos templos de Máscaras y del Jaguar desprenden una energía única.

Nos transformamos en espeleólogos para adentrarnos en la Cueva de Actun Tunichil Muknal. En ella inevitablemente te sobrecogerás con ‘La Doncella de Cristal’, el esqueleto de una adolescente sacrificada que ha sido recubierto por calcita brillante que le otorgar esa apariencia frágil y cristalina.

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Templo Caracol y Reserva Arqueológica, San Ignacio, Belice.

Existe un tipo de viajero emergente sensible a la observación de aves tropicales, y éste va a encontrar en Belice un destino privilegiado. Ya desees divisar búhos, pájaros carpinteros, cucús o tucanes pico iris (el ave nacional), vas a encontrar tu ecosistema soñado en el Parque Nacional Mayflower Bocawina, la Reserva Forestal Mountain Pine Ridge, el Parque Nacional Agujero Azul de St. Germain o el Cockscomb Basin Wildlife Sanctuary. Las junglas, montañas o pozas de estos entornos protegidos te harán sentir que has regresado a la época de mayor esplendor de la cultura maya.

Obviamente la fauna no solo se reduce a las aves, y seguramente podremos disfrutar del animal nacional, el tapir centroamericano. Además, la gran variedad incluye a jaguares, monos araña, monos aulladores, pecaríes, coatíes, gibnuts o iguanas verdes.

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Si buscas el destino vacacional por excelencia, Cayo Ambergris es donde debes apuntar tu mirada. Con una clase de yoga o la relajación en un spa, con la práctica de windsurf en los estrechos o la navegación en kayak por la laguna, la conocida como ‘Isla Bonita’ cautivará tus sentidos.

Desde Belmopan a Dangriga merece la pena realizar un ‘road trip’ de algo más de 1 hora por la que, probablemente, es la carretera más bonita del país, la Hummingbird Highway o la Autopista del Colibrí. Por ella disfrutaremos de unas vistas privilegiadas de los montes maya atravesando junglas, huertos de cítricos y pequeños pueblos donde parece que el tiempo se detiene.

Una media hora al sur de Dandriga nos topamos con Hopkins, un asentamiento playero que suscita una tremenda tranquilidad. En este pueblo garífuna los jóvenes venden pasteles de coco y chocolate y los hombres se dedican a la pesca durante el día y tocan el tambor cuando se marcha la luz. La pura vida caribeña se presenta ante nuestros ojos.

“Belice te reta a convertirte en un trotamundos de verdad”.