David Vicente Torrico, Universidad de Valladolid
El coronavirus ha alterado por completo nuestras vidas. De la noche a la mañana, nuestro entorno social quedaba confinado en una burbuja digital en la que los estudios, el trabajo y el ocio pasaron a desarrollarse a través de internet.
Tras más de un año de pandemia, las importantes secuelas a nivel sanitario y económico siguen ocupando las portadas de los principales medios de comunicación, en un relato que ha permanecido invariable a lo largo de los últimos meses. En consecuencia, asuntos de vital importancia como la crisis climática se han visto desplazados del foco mediático.
La emergencia climática, otra víctima del coronavirus
Tras un 2019 esperanzador, en el que las manifestaciones estudiantiles y la celebración de la cumbre del clima en Madrid situaban los niveles de presencia mediática de la crisis ambiental en un histórico 4,8 %, la cobertura de la pandemia durante el año 2020 ha reducido este espacio a apenas un 1,3% , según datos del observatorio ReCambia.
La práctica desaparición de la emergencia climática de los espacios informativos evidencia el carácter secundario que históricamente ha caracterizado a este problema, y pone en riesgo los avances conquistados desde la celebración del Acuerdo de París, en 2015.
Según una encuesta publicada por el CIS a comienzos del año 2020, el 82 % de los españoles se informaba sobre el cambio climático a través de los medios de comunicación.
Internet, un escaparate alternativo
Las redes sociales constituyen la segunda fuente de información sobre el cambio climático en España, y su importancia es aún mayor entre el público más joven. YouTube, con más de 2 000 millones de usuarios, es el segundo sitio web más visitado en el mundo (por detrás de Google). Esto lo convierte en un actor muy relevante a la hora de conformar la opinión pública.
Frente a las limitaciones propias de las redacciones periodísticas, marcadas por la actualidad y los intereses empresariales, el relato generado por los creadores de contenidos en internet se beneficia de la libertad que proporciona la Web 2.0. Constituye un ecosistema democrático donde los roles de emisor y receptor se diluyen, y que sitúa al usuario en el centro del esquema comunicativo.
Este entorno líquido y en constante cambio invita a los internautas a crear, buscar, visionar, valorar y compartir contenidos, es decir, a diseñar su propio informativo personalizado. Los libera así de la configuración de las agendas de los grupos periodísticos y de los intereses de los lobbies empresariales.
En la plataforma de vídeo YouTube conviven creaciones elaboradas por los profesionales de la comunicación, como productoras, agencias de publicidad o medios de comunicación, con las obras que emergen de la cultura popular, en lo que se ha dado a conocer como el contenido generado por el usuario (GCU, en inglés).
Este tipo de contenidos, producidos con escasos medios, han logrado alcanzar grandes cuotas de audiencia y generar pequeñas comunidades de suscriptores en torno a sus creadores, que en algunos casos han abrazado la producción audiovisual como profesión.
Una prueba de su relevancia son los estudios que se han desarrollado en los últimos años, abordando vídeos sobre la imagen de los políticos, la promoción de los movimientos sociales, las campañas de organizaciones no gubernamentales o la lucha contra la drogadicción.
Youtubers por el clima
La crisis medioambiental ha ganado terreno entre las creaciones de vídeo amateur durante los últimos años. Uno de mis estudios muestra que los vídeos más vistos en YouTube sobre el cambio climático fueron creados después de 2015, y que estos títulos acumulan el 80 % de las visitas totales en esta categoría.
Las obras más destacadas son dos animaciones que tienen como protagonista a La Familia Telerín (TVE), y que suman en conjunto unos 21 millones de reproducciones. Con más de 7 millones de suscriptores, la imagen de marca y el apoyo de Televisión Española suponen un factor decisivo para impulsar el alcance de estos breves relatos sobre el cambio climático.
Entre las creaciones realizadas por los internautas destacan dos canales dedicados a la divulgación científica: Quantum Fracture y El Robot de Platón.
Estos youtubers han logrado suplir sus limitaciones técnicas y económicas con la generación de una comunidad participativa en torno a sus canales, obteniendo así el mayor número de comentarios y de votos positivos de la muestra analizada.
En un entorno en el que todo vale, los consumidores de este tipo de relatos apoyan a los creadores que generan un valor añadido, ya sea por su habilidad para fomentar la participación y el debate o por las fuentes utilizadas en su discurso.
Por el contrario, los usuarios huyen del enfoque apocalíptico y sensacionalista que tradicionalmente ha caracterizado a la representación de la emergencia climática en los medios de comunicación. ¿Marcarán estas preferencias el devenir del relato climático del futuro?
David Vicente Torrico, Doctor en Comunicación, Universidad de Valladolid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.