Sucede en Buenos Aires, Argentina: un grupo de vecinos lleva a cabo una huerta colectiva en una esquina del barrio de Devoto. La iniciativa se llama “Veredas Vivas” y, desde hace cuatro años, contagia el entusiasmo por cultivar todo tipo de especies, compartir los alimentos y fomentar los espacios verdes en las zonas urbanas.

El proyecto comenzó gracias a un vecino experto en plantas nativas que, como gesto ante la crisis climática y la pérdida de especies en el planeta, cultivó plantas polinizadoras frente a su hogar. A partir de allí comenzó a formarse la huerta urbana que, además de embellecer las calles del barrio, formó una sólida comunidad vecinal.

En 400 metros, los vecinos de Veredas Vivas pueden obtener paltas, tomates, repollos, limones, orégano, menta, nueces de pecan de un nogal de casi 100 años, zapallos y ajíes picantes, entre otros. Uno de los pilares de la iniciativa es poder ofrecer plantas comestibles a la comunidad.

HUERTAS VECINALES: BENEFICIOS SOCIALES Y AMBIENTALES

Los huertos urbanos en las veredas aportan múltiples beneficios ambientales, sociales y culturales. En primer lugar generan espacios verdes en las ciudades, que son esenciales para la conservación y el fomento de la biodiversidad.

Contar con zonas dedicadas a la agroecología, por más pequeñas que sean, propicia que las personas de todas las edades vivan día día los beneficios de estar en mayor contacto con la naturaleza y se involucren en la educación ambiental.

Cultivar los alimentos de la propia comunidad expande la conciencia ecológica, potencia los hábitos saludables y permite comenzar a abordar las formas de alcanzar la soberanía alimentaria y elegir el desarrollo sostenible: la reducción de la huella del carbono de un vecindario al consumir productos locales disminuye notablemente.

Gran diversidad de especies de verduras, frutas, plantas condimentarias y plantas medicinales pueden formar parte de una huerta vecinal. Generalmente, se eligen aquellas que necesitan poco espacio y se suelen consumir de forma fresca y frecuente. También se pueden cultivar especies ornamentales, para disfrutar del ocio al aire libre.

Elegir la conexión con la tierra en lugar del consumismo típico de las ciudades es otro de los beneficios que traen aparejadas estas iniciativas. Regar, plantar y cosechar en equipo fomenta un tiempo libre lleno de goce. Y además de compartir los alimentos, dividirse las tareas de la huerta ayuda a crear y fortalecer las redes entre todos los vecinos y transmitir conocimientos y valores.

REVERDECE TUS VEREDAS

Gracias a los movimientos ecologistas, este tipo de proyectos está cobrando forma en diferentes países del mundo. En España, por ejemplo, hay más de 15.000 huertos urbanos vecinales.

El apoyo de los gobiernos locales ayuda a llevar a cabo este tipo de iniciativas pero nada detiene a los vecinos que desean replicar estos proyectos, crear un huerto comunitario. Donde sea que estés, convocar a una reunión vecinal es un gran comienzo.

¿TE ANIMAS A INICIAR UN HUERTO URBANO EN TU VECINDARIO?

Fuentes:

El Barrio Pueyrredón

UCM

Vivo Sano