Ser abuela es correrse un poco del rol de madre, para pasar a ocupar un nuevo lugar en la familia. Para las madres de la nueva mamá, quizá la tarea es todavía más intensa: pues naturalmente las hijas recurren a sus propias madres para intentar “aprender” a ocuparse de los hijos.
Así, ser abuela es en realidad estar a la vez en un doble rol. No se deja de ser mamá, pero ahora hay otro ser que inunda de amor el corazón de su abuela.
Un amor que sana
Muchas abuelas aseguran que tener sus primeros nietos les cambió la vida, pero no sólo a nivel afectivo.
Es que la llegada de un niño a la familia tiene un verdadero poder sanador. ¡Cuántas mamás se volvieron a acercar a sus hijos, de los que se habían alejado, con la llegada de un niño!
Un nieto lo pone todo en perspectiva. Ya no parece tan grave aquel problema por el que la familia se había distanciado, porque ahora hay algo mucho más importante: el amor por la nueva criatura.
En muchas ocasiones, eso hace crecer también el amor de madres a hijos. Aunque no hubiera ningún problema, ahora tienen nuevos temas de los que hablar, ganas revitalizadas de “hacer tribu” y estar junto a la familia.
¿Puede un nieto también sanar físicamente? Elena asegura que, ser abuela, la revitalizó al punto de ser una experiencia verdaderamente sanadora.
“¡Sentí que volvía a tener 20 años! Hace 9 años estaba enferma y casi paralizada. Hoy, camino, río, juego a la rayuela y monto en bicicleta con mi nieta. En vacaciones, incluso nadamos juntas y los miércoles, que son los días en que la espero para almorzar, es una felicidad absoluta. Volví a la infancia y ya no pienso ni en mi edad, ni en los problemas de salud.”
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Pasar de la maternidad a la “abuelidad”
Ser abuela es muy diferente que ser madre. Sí, muchas abuelas cumplen un poco el rol maternal: cuidar, enseñar, proteger.
Pero además, la abuelidad es también ponerse en un lugar más receptivo que el de los padres. Es estar para escuchar, de comprender, de aconsejar.
Cuando los padres tienen que ponerse rígidos, pues es su rol poner límites, la abuela puede ser la que dialogue, la que dé una palabra de aliento, la que le explique desde su lugar de haber pasado por ahí, por qué los padres hacen lo que hacen.
Además, la abuelidad es transmitir el pasado, la experiencia. La abuela es la que lo sabe todo, la que todo lo ha vivido, la que siempre tiene la palabra adecuada.
Ser abuela es ser, al mismo tiempo, compañera, mentora, la mejor colega de juegos, cheff por excelencia, y sobre todo, la mayor fuente de amor que un niño (¡Y un adulto!) puede tener.
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¡Qué viva ser abuela!
Fuentes: